Vivimos en un mundo que nos consume comercialmente, un mundo que nos exige estar al día en todo, un mundo en el cual quien no está alrededor de un sistema completamente tecnificado... se va quedando atrás.
Investigue usted un grupo de empresas que tengan lo último en tecnología, y luego vaya a investigar un grupo de empresas que no la tengan, y usted sabrá el por qué unas son tan superiores a las otras. En "medio" de ese mundo consumista, en "medio" de ese mundo sistematizado, se encuentra hoy inmersa la iglesia de Jesucristo. Lo peor de todo es el hecho que ese "modo o forma de vida" se ha internado a la iglesia de tal forma que ahora se vive un evangelio light, un evangelio ligero. Usted mira "cristianos" que madrugan para ir al gim, que madrugan para desayunos de negocios, que madrugan para ir a una oficina, pero no los mira madrugar para elevar una oración al cielo. Dios estableció lo que se llamaba el "holocausto continuo" para su pueblo. Dicho elemento en la vida de los israelitas, no era sino más que orar en la mañana al despertar y orar al anochecer antes de dormir. Hoy, esa práctica la hemos perdido a cambio de un evangelio ligero. Un evangelio de conveniencia, un evangelio egoísta.
No es, sino HASTA CUANDO tenemos una pena, una necesidad, una escasez, un enfermedad, un luto, que volvemos a ese "holocausto continuo de oración... HASTA QUE somos aliviados", para luego volver al mismo sistema de vida. Seamos agradecidos con Dios, y procuremos dejar ese evangelio ligero. Esa es la diferencia, como en las empresas sistematizadas, entre unos creyentes y otros. Meditemos.
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