sábado, 17 de diciembre de 2011

Antes que lleguemos a la tierra del olvido.

El pueblo de Israel estaba ancioso, estaba felíz porque llevaba consigo la esperanza de una nueva y buena tierra. Los últimos 400 años los habían pasado como esclavos, pero, Dios, por medio de un líder llamado Moisés les había dicho que los llevaba a la tierra prometida. Una tierra en donde FLUYIA la leche y la miel.

Todos nosotros los humanos andamos por ésta vida, buscando una forma de vida mejor, esa es la razón de nuestros esfuerzos diarios, por eso es que no nos quedamos en casa tirados en un sofá viendo la tele; por eso sufrimos el calor del día en verano y padecemos la lluvia del campo en invierno... porque queremos una vida mejor para nosotros y para los nuestros. Aunque hemos de reconocer que nosotros los que somos nacidos con un espíritu latino, preferimos el bienestar de los nuestros antes que el propio. Por alguna razón que hoy a nuestros 60 años NO ENTENDEMOS aún, el latino tiene la costumbre de la gallina: "querer proteger a los suyos hasta el fin". En lo personal, damos gloria a Dios por habernos puesto ese espíritu. David también tenía ese sentimiento, por ello nos habla que debemos prepararnos en ésta vida para poder llegar a la otra, al lado de los ganadores y no de los perdedores. Porque hemos de saber que al final del juego de la vida, habrá campeones y habrá derrotados.

David pregunta: ¿Manifestará Dios sus maravillas a los muertos? ¿Será contada tu misericordia en el sepulcro? Y tu justicia Oh Dios ¿será reconocida en la TIERRA DEL OLVIDO? (Salmo 87:10-12). HOY, pero entendamos bien, HOY es el día en que nos preparamos con nuestras acciones, con nuestra actitud, con nuestra forma de vida, para mañana cuando muramos lleguemos a la tierra prometida, una tierra en donde fluye la leche y la miel; o, simplemente seamos uno más en la tierra del olvido. Meditemos.

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