viernes, 17 de agosto de 2012

Moisés y el cambio.

Como vimos ayer, la relación Dios-Hombre fue íntima, personal, y sin intermediarios desde los tiempos de Adán (año 4000 A.C.), pasando por los días de Noé (2,200 A.C.), hasta llegar a los días de Abraham, (1900 A.C.), luego, como se le dijo a Abraham: "Tu descendencia será esclava por 400 años en Egipto",  así fue.

Más adelante nace Moisés, Moisés es el último de ésta lista de personajes bíblicos que tiene una relación íntima, personal, y sin intermediarios con Dios. ¿Cuál es la razón? Pues muy simple, con Abraham había nacido un pueblo para Dios, pero éste pueblo en la esclavitud mira cómo sus opresores y todos los pueblos alrededor de ellos, no sólo hablan con sus dioses sino los miran y los tocan. Entonces el pueblo de Dios quiere lo mismo. Esa es la razón, por la cual en cuanto Moisés los saca de Egipto y los lleva al desierto, y, mientras él sólo sube al monte a hablar con Dios, el pueblo se desenfrena y se "corrompe" (que fue la palabra que Dios utilizó para con Moisés, vea Exodo 32:7). Como podemos ver, es Dios quien llama corrupción a tener imágenes de él. El pueblo pues convence a Aarón a que hagan una imagen de un becerro. ¡Ellos necesitaban ver a Dios! Esa era la mala costumbre que habían visto, y eso, era lo que ellos también querían. La mejor prueba de ello es que, más adelante, como vieron que todos los pueblos tenían un rey, ellos también piden un rey. Y la oración de Samuel es por demás elocuente: "Señor, no me han desechado a mí; te ha desechado a tí, al pedir un rey" (1era. Samuel 8:6-7).

A pesar de que Dios le dió a su pueblo lo que pidieron, NO LE AGRADO a Dios que se lo hayan pedido. Dios quería desde tiempos inmeroriales cohabitar con el hombre, tener una relación íntima, personal, y sin intermediarios. Pero la dureza del corazón del hombre (falta de fe, pues tener fe es vivir por lo que no vemos, no por lo que podemos ver y tocar) cambió la situación. Sin embarglo, Dios habló de un día de restauración, de un día de reposo, ese día lo podemos propiciar si volvemos a los rudimentos de la enseñanza que Dios nos dió. Busquemos cada día a Dios en la intimidad, en lo personal, y sin intermediarios. Meditemos.

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