martes, 21 de agosto de 2012

El Arca en el Templo.

Nos narra la historia del pueblo de Israel en las escrituras, que cuando Dios le habló a Moisés luego del Exodo para establecer a Su pueblo en Canaán, la tierra que le habia prometido a Abraham. Le dijo que hiciera un Tabernáculo, un lugar en donde él pudiera morar con Su pueblo. Le dió, no solamente los lineamientos sino cuando Moisés subió al Monte (Sinaí ú Horeb), Dios le dió una visión del Tabernáculo del cielo (Por ello en Exodo 25:40 le dice: Hazlo, conforme el modelo que has visto).

En el Tabernáculo estaba en el Lugar Santísimo el Arca del Pacto, esa Arca representaba y era la presencia de Dios mismo, por ello ni Moisés podía entrar allí pues moriría (ver Exodo 40:34). ¿Por qué estaba allí la presencia de Dios? Pues porque Dios quería morar con Su pueblo. Luego, vienen las profecías del Mesías con todos los profetas mayores y algunos de los menores, y ¿qué sucede? Hace dos mil años se cumplen esas profecías y Jesús, el Hijo del Hombre; Cristo, el Hijo de Dios; viene a morar entre su pueblo por 33 años aproximadamente. Y, cuando su tiempo de partir llega entonces nos ofrece a un ser que está a la altura de Dios Padre y de Dios Hijo, al Espíritu Santo para que se siga haciendo cargo del pueblo de Dios. Ese es el plan de Dios en las escrituras. Primero se relaciona y mora Dios Padre con Su pueblo. Luego envía al Hijo para haga lo mismo, y, cuando el tiempo de éste termina entonces nos envía al Consolador Espíritu Santo para que termine la obra en nosotros.

El Arca del Pacto hoy en día mora en nuestros corazones, ya no está en ningún Templo. Ese es exáctamente el mensaje que nos deja el libro de los Hechos 17:24. El desea morar en los corazones de Su Pueblo no en templos de piedra muerta. Meditemos.

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