Un gran maestro al cual tuvimos el privilegio de conocer durante nuestro paso por el Instituto Bíblico, nos enseñó una gran verdad, la cual hemos tratado de no olvidar, y por supuesto, de practicar: "La virtud de la gratitud, si la practicamos quizás no nos meta al cielo; pero si no la practicamos, seguro que no entramos al cielo".
Nos explicó también cuál es la razón por la que perdemos la práctica de la gratitud: "Porque olvidamos". Sí, cuando uno olvida el bien que ha recibido de Dios, entonces deja de practicar la gratitud. Otro factor, y éste sí lo hemos visto en la práctica es: "Cuando fijamos nuestros ojos, sólo en lo que nos sucede el día de hoy". Olvidar todo lo que hemos recibido, y poner nuestros ojos sólo en lo que nos sucedió el día de hoy, nos cega y perturba de tal manera, que ya no podemos ver la vida de la misma forma. Sí, quizás no tenemos trabajo; quizás no tenemos salud; quizás un hijo nos defraudó; quizás el socio y amigo de toda la vida nos falló... Pero, acaso no tenemos aún vida para ayudar a otros, para consolarlos; acaso hemos dejado de comer por meses; acaso andamos desnudos por la calle; acaso nosotros no le hemos fallado también a alguien, y muy especialmente a Dios; acaso no defraudamos en algún momento a nuestros padres también.
NO OLVIDEMOS todo el bien que Dios nos ha hecho, que las gentes nos han hecho. El escritor de Hebreos nos aconseja: "Tengamos GRATITUD, y mediante ella, sirvamos a Dios con TEMOR y REVERENCIA, pues, ¿acaso no hemos recibido un REINO INCONMOVIBLE? Meditemos.
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