sábado, 7 de enero de 2012

Diálogo con una culebra y con un asna.

No sé si a usted le ha pasado lo que nos pasó a nosotros, pero por muchos años nos cuestionamos ¿cómo pudo hablar Eva con la culebra, o si usted prefiere, cómo pudo hablar la culebra con Eva, sin que Eva se espantara y saliera corriendo?

Lo primero que nos pasó por la mente desde el principio fué ¿por qué Eva no se asustó de que le hablara la culebra? ¿no era suficiente motivo como para salir corriendo y no volverse por el lugar nunca más? Si Eva no hubiera visto como "natural" el que la culebra le dirigiera la palabra, hoy, el mundo sería diferente (Génesis 3:1-6). En otra escritura (Números 22:28-30), vemos a Balaam platicar con su asna. Volvemos a preguntar ¿cuál es la razón por la cuál Balaam no se tiró del asna y salió corriendo? ¿qué lo motivó a tener una conversación con su asna? ¿por qué Balaam vió como "natural" el que su asna le hablara? La respuesta la obtuvimos cuando escudriñamos las escrituras más detenidamente. El mundo en el que Adán y Eva habían sido puestos era un mundo distinto al que hoy habitamos nosotros pues había paz; había armonía; no llovía sino un rocío regaba toda la tierra; los animales y Adán y Eva vivían y comian de los mismos frutos y vegetales, el comer carne vino hasta en Génesis 9:3 con el Pacto de Dios con Noé.

Pero, lo más fundamental de todo es que tanto el que la culebra y el asna hablaran, estaba contemplado en el Plan de Dios, y por lo tanto autorizado por El, véalo usted mismo: Números 22:28... Entonces Jehová "abrió" la boca del asna. Fue Dios quien permitió que tanto la culebra como el asna... hablaran. Meditemos.

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