viernes, 20 de enero de 2012

No añadas a sus palabras.

No hay congregación en la cual no haya, aunque sea de vez en cuando, un tiempo para que alguien comparta lo que Dios ha hecho en su vida. Y si algo es precioso porque anima los espíritus de los demás, es conocer cómo Dios ha sacado del pecado, de la necesidad, de la angustia, y la pena a otro ser humano común y corriente como nosotros.

Ahora bien, es bíblico y es muy constructivo el que demos nuestro testimonio a los demás, pero, lo que hemos de evitar es "tratar" de echarle una manita a Dios agrandando lo que nos ha pasado, o por lo que hemos pasado. Es lógico que mientras más dura haya sido su o nuestra experiencia, más impacte en la congregación. No es lo mismo que usted o nosotros hayamos sido sanados de una simple gripe que de un cáncer terminal; no es lo mismo que hayamos sido salvados de que nos atropelle un carro, a haber sobrevivido a la caída de un avión, etc. Pero, Dios, conociendo el corazón humano nos dejó un consejito: "No AÑADAS a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso" (Proverbios 30:6). Si alguien dijera que ésto solamente se refiere a no añadir palabras a la biblia, nos estaría dando sólo la mitad de la verdad, pues también se refiere a no agrandar lo que Dios ha hecho por nosotros, porque simplemente, El NO necesita de ello.

Cuando testifiquemos, hablemos y contemos sólo lo que nos pasó, sólo lo esencial. Es más, somos de los que creen que dentro del testimonio hemos de guardar "algunos eventos" que Dios permitió que pasaran, porque son sólo para edificarnos a nosotros. No agreguemos a las palabras de Dios, no sea que seamos encontrados mentirosos por El, y luego resultemos avergonzados. Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario