martes, 24 de enero de 2012

Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta.

No hay momentos más oscuros en la vida de cualquier persona, aún y cuando sea creyente, que cuando hay luto o escasez económica. El luto porque uno sabe que ya nada se puede hacer, y la escasez porque hace cada momento del día interminable.

Ciertamente el luto lo apaga a uno por la incapacidad que se siente ante el poder de la muerte, pero, quienes hemos vivido momentos o años de escasez sabemos que es un factor que lo aniquila a uno por dentro. El temor de no tener la capacidad de salir de allí algún día, hace precisamente interminables las horas. La mente se entorpece y uno no puede creer que cuanta puerta uno toca, no se abre, por duro que uno toque o empuje. Entra un temor y una verguenza que sólo quien haya estado en dicha situación puede comprender. No dan deseos de ir a ningún lado, pues uno piensa que lleva escrito en la frente un rótulo que dice más o menos así: "soy un fracasado", "miren, tanto esfuerzo y soy un fracaso", "miren, aquí viene el que no puede", etc. Lo menos que uno piensa, es que muchos de los que lo rodean, estuvieron, están, o van a estar pronto en esa situación. Por ello, cuando se está bien porque el Señor lo sacó a uno de esa situación, uno no debe jactarse, sino debe darle la honra y la gloria a Dios.

"Mi Dios, pues, suplirá TODO lo que os falta" (Filipenses 4:19), esa, por experiencia lo decimos, más que una exhortación es una sentencia que Pablo da en en el nombre de Dios. Para todos aquellos que creemos, amamos, y confiamos en Dios. No podemos decir: "no se preocupe", eso sería ser insensato. Claro que hay que preocuparse por la situación, pero no angustiarse. Pues eso sería desconfiar del poder de nuestro Dios. Confiemos, y él, en SU momento hará. Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario