En los tiempos antiguos, cuando Dios estableció a su pueblo, le dijo que para determinadas actividades se presentaran al templo con una o dos tórtolas, ya fuera la presentación de un hijo (ver el libro de Levítico); o, la expiación de un pecado, etc.
Dicho mandamiento, algunos comerciantes lo aprovecharon para corromper la fe, en los evangelios vemos cómo, en dos ocasiones una al iniciar su ministerio y la segunda al terminalo, Jesús, asqueado por la comercialización de las tórtolas para la fe, LIMPIA EL TEMPLO. Hoy, lamentablemente han hecho de esa comercialización de la fe, un sepulcro blanqueado. Vemos a líderes "ignorantes" del acto de limpieza de Jesús, con librerías "pro-construcción" del templo; vemos cafeterías "pro-movimientos cristianos", etc. El tener "cualquier" tipo de comercio en el atrio o dentro del templo, es TAN ASQUEROSO PARA DIOS HOY, COMO LO FUE HACE DOS MIL AÑOS. La fe es la fe, y el comercio es el comercio. Estamos convencidos que si Jesús viene hoy a cualquier templo de ésta categoría también lo limpiaría con un látigo como lo hizo hace dos mil años.
No nos llamemos a engaño, si vemos eso en nuestras congregaciones HAGAMOSELO ver al líder, no seamos parte de esa corrupción que ofendió tanto a Dios. Meditemos.
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