miércoles, 2 de noviembre de 2011

Espirituales, no religiosos.

Cuando Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre anduvo por la tierra, vino y escogió a algunos hombres para instruirlos en SU camino, en SU doctrina, para que ellos, cuando él ya no estuviera, nos instruyeran a nosotros, pero no vino para hacerlos ni hacernos religiosos sino espirituales.

Religiosos ya eran, pues si alguna creencia estaba llena de ritos, de tradiciones, y de costumbres, esa era la religión judía. Pero Jesús vino a "sacar" de esa religiosidad a su gente, esa era la razón por la cual los líderes de la religión judía no sólo no lo querían, sino aparte de eso lo querían matar. Hoy, Jesús nos pide exactamente lo mismo que les pidió a sus seguidores... que seamos espirituales no religiosos. Las religiones no van a salvar a nadie, lo espiritual sí. ¿Por qué? Porque las religiones son expresiones externas de ritos, costumbres, y tradiciones. Mientras que lo espiritual es una expresión interna de un cambio, de un gozo, de un toque de Dios en nuestros corazones, de un cambio de nuestras actitudes frente a las desaveniencias de la vida.

Cuando uno estudia cómo era la iglesia primitiva, ve que hay millones de kilómetros entre esa congregación y la de hoy en día. Dice el libro de los Hechos de los Apóstoles en el capítulo 2 y verso 42, a qué se reunía la Iglesia de Jesucristo: 1- A perseverar en la doctrina (la didache de Jesús, no a la Torá); 2- A tener común unión unos con otros; 3- A compartir comida; y 4- A orar. ¿Es acaso eso, lo que hace hoy la llamada Iglesia de Jesucristo? Meditemos.

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