miércoles, 23 de noviembre de 2011

Y serán una sola carne.

Cuando Dios Padre decidió formar el sagrado vínculo del matrimonio dijo: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Génesis 2:24).

Pero cuando Dios Padre dice que nos unimos con él al hacernos creyentes dice: "Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él" (1era. Corintios 6:17). El matrimonio, según la Palabra de Dios dice, NO SE CONSUMA sino "hasta que"... el hombre y la mujer tienen relaciones íntimas. En otras palabras, todo aquél hombre que tiene relaciones con una mujer la hace su esposa. Por ello, dice Pablo: ¿No sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella?... los dos serán una sola carne. Traducido de lo espiritual a lo material diríamos: cada vez que alguien se acuesta con una mujer que no es la suya, sea o no ramera... la está haciendo una sola carne con él. La está haciendo SU esposa, su mujer. Primero, a Dios no le gusta la poligamia (por razones que explicaremos en otro mensaje la permitió al principio de los siglos); segundo, si decimos que somos de El, tenemos SU espíritu, al acostarnos con una mujer que no es la nuestra, estamos compartiendo SU espíritu con ella, por tanto, contaminamos o manchamos el nombre de Dios. Por eso pecamos.

Uno de los castigos (aunque el pecado es perdonado si hay arrepentimiento) más duros entre los pecados, es el del adulterio: "Y su AFRENTA NUNCA será borrada, Proverbios 6:33". La palabra para afrenta es CHEPAR, que significa verguenza. En otras palabras el pecado será borrado, pero la verguenza la llevaremos por toda la vida y relucirá cuando menos lo esperemos. Meditemos.

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