martes, 22 de noviembre de 2011

El sello de mi apostolado... sois vosotros.

Pablo, en ocasión de dirigirse a los cristianos asentados en Corinto, y, al escribirles la primera carta les dice: "Si para OTROS no soy apóstol, para vosotros ciertamente sí lo soy, pues la prueba misma de mi apostolado, sois vosotros" (1era. Corintios 9:2).

En el libro de Romanos en el capítulo 10, Pablo otra vez pregunta: ¿Cómo invocarán a Aquél que no conocen? ¿Cómo lo conocerán si no hay quien les predique? ¿Quién les predicará si no hay quién sea enviado? Un apóstol es todo aquél que amando a Dios, y sujetándose a sus preceptos, los predica sin ningún interés oculto, sin ningún interés económico, sin ningún interés de fama o poder. Un apóstol es todo aquél que, pendiente de las penas y las necesidades ajenas... extiende su mano para ayudar a otro, aún y cuando, él no reciba para las suyas propias. En ese sentido Pablo es nuestro ejemplo ideal. En cierto momento de su vida exclama: "Porque se vivir en opulencia, pero también se vivir en escasez".

Cuando frente a nosotros esté alguien con esas características, SIGAMOSLE, pues es como dijo Jesús en cierto momento a sus discípulos: "Cuando veáis a un hombre con un cántaro de agua... a él seguid". Pero preguntamos ¿De qué sirve que haya un apóstol, si no hay quién le siga? Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario