viernes, 25 de noviembre de 2011

Aunque ellos mismos, serán salvos.

Por el mundo entero habemos personas creyentes a las cuales nos ofende sobremanera, el hecho que haya quienes, llamándose hermanos, se aprovechan de una u otra forma del ministerio de la Palabra de Dios.

Quizás a usted le sirvan de consuelo, como sucedió con nosotros, el escuchar y entender las palabras que Pablo dijo en su ocasión, pues hemos de contarle que como se dice coloquialmente en nuestros días: "en todos lados y tiempos se cuecen habas". Cuando Pablo fundó las iglesias en Corinto, y luego siguió con sus viajes, hubo "hermanos" que se aprovecharon del ministerio de la Palabra, viviendo hostentosa y maliciosamente de ella. Pablo les escribe a quienes fueron lastimados por esas acciones en los siguientes términos: "Y si sobre éste fundamento (la Palabra de Dios, o sea, el evangelio de Jesucristo, ver el verso 11) alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, u hojarasca; la obra de cada uno se hará manifiesta; pues el fuego la probará" (1era. Corintios 3: 12-13). Y cuando el fuego la consuma, lo que permaneciere tendrá recompensa, pero si todo se quemare no tendrá recompensa AUNQUE ELLOS MISMOS SERAN SALVOS (ver verso 14).

En otras palabras Pablo nos dice: "El que recibe gloria en ésta tierra, ya tuvo su recompensar; el que trabaja calladamente, su recompensa está aún en los cielos, y es eterna y más grande". Aunque ellos mismos... serán salvos. Meditemos.

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