sábado, 22 de octubre de 2011

Ejemplo de un mal consejo bien intencionado.

Ayer compartimos acerca del hecho de cómo podemos recibir un mal consejo, si cuando consultamos no decimos toda la verdad. Alguien nos pidió que dieramos un ejemplo. Y por el hecho que creemos es una de las áreas más importantes en la vida del creyente, lo hacemos.

Si nos acercamos a nuestro pastor o a uno de nuestros líderes, y le pedimos que nos aconseje acerca de la compra de un vehículo por ejemplo, él nos preguntará: ¿Tienes cubiertas las otras áreas de tu vida, ésto es, pago de agua, luz, teléfonos, gasolina, alimentos, colegios, rentas, etc? Y nosotros decimos sí, vamos bien. Si nos pregunta ¿Necesitas ese vehículo ahora mismo? Y, si eso es verdad y decimos sí, vamos bien. Pero, aún y cuándo él no nos pregunte qué clase de vehículo "podemos" comprar, sería bueno que nosotros se lo dijéramos. Pues si nos vamos con "su consejo" de "sí, entonces cómpralo", nos podemos equivocar. Y esa equivocación nos va a meter en lo que espiritualmente conocemos como un "cautiverio". Pues si no le decimos que el dinero que tenemos nos alcanza para comprar un carro japonés, y lo que vamos a comprar es un carro alemán de esos que tienen en el frente una estrellita. Cuando estemos apretados económicamente: NO CULPEMOS AL PASTOR O AL LIDER.

Nuestro pastor o nuestro lider nos va a consejar "bien" con relación a la información que nosotros le demos, pero eso no significa que su consejo "cubra" lo que él no conoce. Muy aparte es que Dios nos meta en cautiverio, a que nosotros nos metamos en cautiverio. Un consejo puede llegar a ser malo, aún y cuando sea bien intensionado, si la información que damos no es la correcta. Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario