sábado, 28 de julio de 2012

Mil iglesias pero un sólo Dios.

Hay congregaciones que dicen ser una sóla iglesia, pero tienen mil dioses; el cristianismo tiene mil iglesias pero un sólo Dios. El cristianismo es monoteíste no politeísta, y cuando nosotros ponemos a alguien a la par de Dios, lo queremos hacer igual a Dios, y eso no le agrada a él.

Nuestra oración constante debe de ser que Dios abra nuestros corazones, no nuestro mente. Al abrir la mente, lo que hacermos es exponernos a cualquier doctrina. Y, las doctrinas verdaderas ya están establecidas por Dios. Nosotros podemos tener entendimiento de las doctrinas establecidas con sólo leer los sermones de Jesús, y el libro escrito a los creyentes en Roma. Jesús hizo un resumen de lo que Dios desea del hombre, y Pablo, al escribir a los creyentes en Roma dejó un compendio resumido de las doctrinas básicas que un creyente debe cumplir. Ahora bien, como lo prueba el hecho de que el ladrón de la cruz está en el paraiso sin haber nunca elevado un cántico, sin haber ido nunca a una reunión espiritual, sin haber dado nunca una ofrenda o un diezmo, sin haber sido fiel servidor en una congregación; la observación y el cumplimiento de los lineamientos que el Señor Jesús nos dejara son para alcanzar más de los galardones de Dios.

En otras palabras, nosotros no queremos conformarmos con estar por toda la eternidad en la puerta del cielo con quien fuera el ladrón de la cruz, nosotros queremos estar más cerca del trono de Dios por la eternidad, esa es la razón por la cuál queremos caminar más y mejor delante de él en ésta vida. Hay más galardones que la simple salvación, y nosotros los debiéramos de querer y anhelar como nos aconsejó el apóstol Pablo, pero eso lo logramos abriendo nuestro corazón no nuestra mente. Meditemos. 

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