viernes, 1 de junio de 2012

!Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos¡

El hombre cuyo corazón quiere agradar a Dios, en su mayoría el día de hoy, no está en la plenitud de vida que se nos ha ofrecido que tendríamos. La ilusión de tener una vida de paz, de tranquilidad, de prosperidad, de comodidad no es el 100% en el 100% de esa clase de persona.

Vemos creyentes con enfermedades terminales; vemos creyentes con falta de empleo; vemos creyentes con problemas familiares; en fín, casi todos los problemas que aquejan al impío están aquejando al creyente, es más, en una gran cantidad de ocasiones o de casos vemos que hay impíos que prosperan y están mejor que  los creyentes, entonces preguntamos ¿qué es lo que sucede?  Lo que sucede es que !nosotros no entendemos bien el mensaje de la Palabra de Dios¡  Y ¿por qué no lo entendemos?  Pues simplemente porque o nos lo enseñan mal, o porque lo aprendemos mal al estudiarlo por nuestra cuenta. La bendición viene por una condición esencial que Dios puso: SI OYERES HOY MI VOZ (Deuteronomio 28:1). Esa fue la condición que Dios le puso a su pueblo y que nos pone a nosotros hoy. Tenemos que OIR la voz de Dios, y por supuesto, obedecerla. Peronosotros vemos que a lo largo de la historia del pueblo de Dios NO hacemos eso. Dios sentenció al impío con la siguiente expresión: "No hay paz para los malos, dijo Jehová" (Isaías 48:22).

Y, si no hay paz para los malos ¿podrémos esperar paz para los buenos que hacen lo mismo que los malos? Definitivamente que no. Dios nos tiene paciencia, Dios nos tiene misericordia, pero no puede romper sus reglas establecidas. Dios quiere que respetemos esas normas, esas reglas... esos eran sus mandamientos. Entonces, no esperemos escuchar de él la sentencia: "Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos". Meditemos.

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