lunes, 25 de junio de 2012

El juicio a las naciones (Resumen).

Los juicios a las naciones han venido y vendrán según nos narró Jeremías en los últimos capítulos de su libro, por culpa de los "pecados o faltas" de esas naciones en contra de Dios. Hoy, a manera de resumen miraremos todos los juicios a todas esas naciones, con la idea de que esos mismos pecados y esas mismas faltas son las que nos aquejan a los creyentes, y, que si no nos arrepentimos y cambiamos nuestra actitud frente a la vida también seremos castigados como lo fueron ellos.

El juecio a EGIPTO le vino, porque fue en su momento un pueblo "miedoso o temeroso"; el juicio a los FILISTEOS les vino, "porque no supieron educar a sus hijos en los caminos correctos"; el juicio a MOAB vino, porque fueron un pueblo "orgulloso"(*); el juicio a AMON vino, porque fueron un pueblo "vanidoso"; el juicio a ELAM vino, porque fueron "soberbios"(*); el juicio a DAMASCO vino y vendrá, porque fueron un pueblo de "confusión"; el juicio a CEDAR Y HAZOR vino, porque fueron un pueblo que vivía "confiadamente"; el juicio a ELAM le vino, porque su fe y su confianza estaban puestos en sus "fortalezas"; y por último el juicio a BABILONIA le vino, porque no sólo fueron un "vaso de ira" contra Israel, sino por su "idolatría"(*). A tres naciones les pusimos asterisco ¿por qué?  Pues porque fueron las tres naciones a las cuales Dios les dió un juicio de destrucción sin retorno. A esos tres pueblos Dios les dijo que serían destruidos, que sus casas no serían habitadas nunca más, que sus casas serían morada de chacales, sucesos que están marcados en la historia universal. ¿Qué pecados cometieron esas naciones? Orgullo, soberbia, e idolatría. Esos fueron exactamente los tres pecados que más sobresalieron en Luzbel, aquél arcángel que se convirtiera en satanás, el enemigo número uno y eterno de Dios.

No estamos diciendo que Dios permite éste o aquél pecado mientras que ese o el otro no. NO, lo que vemos y decimos es que hay pecados menos graves que otros para Dios, y que son pecados que definitivamente nos llevan a una destrucción total. En definitiva, creemos que ésta analogía nos fue dejada para limpiar nuestro camino y no para que escojamos el menor pecado posible. Solamente nuestra exposición a la presencia diaria de Dios nos redarguirá de esos pecados para llegar lo más limpios posibles a su presencia física. Meditemos. 

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