martes, 5 de junio de 2012

Los hombres de Dios, casi nunca son aceptos.

¿Quién no quiere llegar a una reunión y ser el centro de la atención? ¿Quién no quiere ser acepto entre los asistentes en la familia? ¿A quién le gusta ser rechazado dentro de un grupo social?  Pues bien, cuando analizamos las escrituras nos damos cuenta que por "x" o por "y" razón, los hombres elegidos de Dios casi nunca fueron aceptos dentro de los grupos ni sociales ni religiosos.

A los grandes hombres de Dios les tocó, por lo general, vivir una vida solitaria y apartada. Vea usted la pregunta que Elías le hace al Señor ¿Señor, por qué me has dejado solo? Y, la respuesta de Dios es tan desconcertante como la pregunta: "No estás solo, como tú hay otros 7,000". Y decimos que la respuesta es desconcertante porque ¿ya se puso usted a pensar que siendo Elías un hombre de Dios, visitaba el templo, visitaba la sinagoga, visitaba las casas de los sacerdotes... y NO había encontrado evidencias de esos 7,000, y, es más, ellos a él tampoco? ¿En dónde estaban? Pues tan "solitarios y aislados" como él. ¿Ya vió la vida de los profetas mayores?  Siempre atacados, siempre perseguidos. ¿Ya analizó la vida de Juan el Bautista? Viviendo en el desierto y hasta mal vestido. ¿Ya analizó la vida de Pablo, perseguido por cristianos, por sacerdotes, y por la crema y nata de la religiosidad judía como lo era el grupo del sanedrín? (vea Hechos 24).   No decimos que si somos aceptos en un grupo, entonces NO somos hombres de Dios; pero, lo que sí es un hecho comprobado es que: Los grandes hombres de Dios, simplemente, no lo fueron.

Los grandes hombres de Dios se prepararon siempre en lo secreto, no llevaban una vida social común y corriente como los demás creyentes. Los grandes hombres de Dios no salían a pregonar lo que se les antojaba, esperaban el momento y la orden de Dios. Los grandes hombres de Dios, primero escuchaban de Dios, lo asimilaban, lo guardaban, y hasta que Dios les daba el banderazo de salida entonces iban y hacían lo que Dios les había dicho que hicieran. Meditemos.

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