martes, 26 de junio de 2012

Jeremías, el profeta llorón.

En los medios estudiosos de las escrituras se conoce al profeta Jeremías como el profeta llorón. ¿Por qué? Pues tanto sus profecías dadas en el libro que lleva su nombre como sus expresiones en el libro de las Lamentaciones, él hace lamento tras lamento al ver a su tierra asolada y vacía por los juicios de Dios en contra de ella.

En el libro de Lamentaciones Jeremías hace exactamente 5 lamentos: el primero es acerca de las "aflicciones" de Jerusalén en términos generales; en el segundo describe en términos generales el "desastre" acontecido; en el tercero describe los "factores fundamentales" del por qué del juicio y la destrucción; en el cuarto marca algunas de las "lecciones" que Jerusalén aprendió de éste castigo; y en el quinto lamento nos enmarca cómo "por medio del sufrimiento" Jerusalén se somete a la misericordia divina. Otra vez, hemos de decir que éstas también son lecciones para nosotros el día de hoy. En el primer lamento dice Jeremías de Jerusalén:  ¡Cómo ha quedao la ciudad... no tiene quién la consuele! (Lamentaciones 1:1-2) Preguntamos: ¿No es acaso lo que nos sueceda a algunos antes de llegar a ser consolados directamente por Dios?  En el segundo lamento dice: Destruyó el Señor... echó por tierra las fortalezas... huilló el Señor (Lamentaciones 2.2). Preguntamos: ¿No es hasta cuando nuestras fuerzas ya no nos dan más, que buscamos la ayuda y el auxilio del Señor?  En el tercer lamento Jeremías dice: Tus profetas vieron par ti vanidad y locura, no descubrieron tu pecado, sino te predicaron extravíos" (Lamentaciones 2:14) y" Es por causa de los pecados de sus profetas y de sus sacerdotes" (Lamentaciones 4:13). Pregunta: ¿No vienen acaso los juicios sobre nosotros también, cuando nos extraviamos, cuando nos salimos de los linderos que Dios nos ha marcado, siendo nosotros ahora sus reyes y sacerdotes?  En el cuarto lamento, Jeremías expone las lecciones que su pueblo aprendió: Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos. Nuevas son cada mañana. Bueno es Jehová. Bueno le es al hombre llevar el yugo desde la juventud. Que se siente solo y calle el que tiene un yugo, pues es Dios quien se lo impuso (Lamentaciones 3:22-28). Preguntamos: ¿No son acaso las lecciones que aprendemos cuando nos entregamos al Señor?

En el quinto y último lamento el pueblo a raíz de los sufrimientos se deja caer en brazos del Señor por eso dice: "Mas tú Jehová, permanecerás para siempre... vuélvenos, oh Jehová a tí... renueva nuestros días" (Lamentaciones 5:19-22). Meditemos.

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