sábado, 26 de mayo de 2012

Los que creen que son, y los que son.

En los últimos días hemos hecho énfasis en que en éstos tiempos las congregaciones se llenan de gentes, pero, también hemos hecho énfasis en que como en todo, la iglesia también se ha convertido en una moda. Hemos de entender algo, no todos los que están son parte del cuerpo de Cristo. El mismo dijo: "No todo el que me diga, Señor, Señor, entrará al reino de los cielos".

Esa no es una opinión propia, sino está escrito desde los siglos. En los libros de Gálatas y Efesios se nos hace ver que no todos los judios eran judíos, ¿cómo asi, verdad?. Bueno pues allí se nos compara la iglesia a dos mujeres, Sara y Agrar, la esposa y la concubina. Todos llevaron el nombre de Abraham, todos se hacían pasar por judíos pero solamente los hijos de Sara eran los hijos de la verdad. Hoy, dentro de la congregación hay también hijos de Sara e hijos de Agar. Los hijos de Sara se reconocen porque se les nota que están luchando por llevar el camino de la santidad, ese camino difícil, duro, y complicado el cual hace que la persona lleve una vida separada, diferente a la que lleva el mundo, una vida que busca a Dios a diario, y sobre, conocer qué hay en su corazón para así agradarlo. Los hijos de Agar, son los que están dentro, algunos hasta son servidores en la congregación, llegan todos los domingos, parecen fieles, pero, no buscan agradar a Dios sino el mundo se los traga con una "vida social" que implica que por "corresponder", beben, bailan, escuchan cualquier clase de música, y que el mundo los acepta y hasta los felicita "porque no son cuadrados". Ellos "creen" que son pueblo pero no lo son.

Cuando Dios venga, va a hacer una selección, vea el libro de Juan en el capítulo 10 y entenderá que esto es una verdad absoluta de Dios, no nuestra. Dios llamará por nombre a los suyos, esos suyos conocerán su voz (porque estarán acostumbrados a escucharla todos los días), él irá delante de ellos, y ellos le seguirán, porque viene para SACARLOS de la congregación, no viene para meter más gente dentro de ellas. Este detalle lo vemos desde la primera venida del Señor, nunca llenó una sinagoga más bien las vació. Meditemos.

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