martes, 22 de mayo de 2012

Aunque la muerte nos separe.

Con motivo de nuestro cumpleaños, una de las nietas nos hizo un dibujo precioso de una casita con cielo azul, mucho cielo azul, grama verde, y los colores de la casa fuertes lo que implican un deseo grande de amor y armonía de convivencia.

Por la parte de atrás llevaba ésta frase: "Tete, felíz cumpleaños, te iba a decir que te quiero como eres, aunque la muerte nos separe, tú estarás en mi corazón. Que Dios te bendiga" (firma Déborah). Una niña de ocho años pensando en que, si la muerte nos separa... no importa, el corazón aún así tiene en dónde guardar a la persona amada. Ahora bien, Dios nuestro Padre, tiene un corazón mucho más grande que el de nuestra nieta, y nos ha prometido llevarnos en su corazón toda la vida, pero, esa vida no dura ni cuarenta, ni cincuenta, ni cien años... sino toda una eternidad. También ha prometido llevarnos en el corazón y en su presencia, aún, después de la muerte. Fue por ello que dió la vida de su Unigénito, para que todo aquél que en él crea, no se pierda sino que tenga vida, y vida en abundancia para toda la eternidad (Juan 3:16).

Extendamos nuestra mano a Dios, él está dispuesto a extender la suya en nuestra ayuda. Dice el Salmo 50:15: "En el día de la angustia, CLAMA A MI, Y YO TE RESPONDERE; pero, tú me honrarás". Cuando tengamos una angustia clamemos a nuestro Padre, él nos responderá, pero no olvidemos honrarlo". Y así, aún después de muertos él nos llevará en el corazón. Meditemos.

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