lunes, 28 de mayo de 2012

La diferencia entre el éxito y el fracaso.

El hombre de mundo cree que su éxito o su fracaso dependió de sus propias fuerzas o de sus malas decisiones. No logra entender que la vida, los caminos, el destino del hombre, y todo lo que le rodea está en manos de Dios. No es que seamos títeres en sus manos, no es que seamos piezas de ajedréz que no piensan, es simplemente, que él es el dueño de todo y de todos, y por lo tanto, hace lo que le place con cada uno (Salmo 24.1-2).

En el libro de Isaías vemos varios ejemplos de cómo TODO lo que le sucede, TODO lo que le acontece al hombre... es parte de un plan divino. Vea lo que dice en el capítulo 46 y verso 10: "Que ANUNCIO lo por venir desde el principio, y desde la antiguedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y HARE TODO LO QUE QUIERO". Vea lo que dice en el capítulo 48 y verso 3. "Lo que pasó, ya ANTES lo dije, y de mi boca salió; lo PUBLIQUE, lo HICE pronto, y fue REALIDAD". El es quien ESCOGE a las personas, y no las personas lo escogemos a él, mire cómo lo dice en el capítulo 49 y verso 1: "Jehová me LLAMO desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria". Vea cómo habla de SU pueblo: "Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo LLAME, y lo BENDIJE, y lo MULTIPLIQUE" (Isaías 51:2).

Todo lo que nos acontece es permitido por Dios, lo que él desea es que seamos moldeables en sus manos y así bendecirnos. Todos los hombres de Dios que vemos bendecidos en la biblia han seguido ese mismo patrón. No estamos en donde estamos por nuestras propias fuerzas, estamos allí porque él en su grandísimo misericordia nos ha llevado, esto, ya sea que lo entendamos o no. La diferencia entre el éxito y el fracaso no son nuestros esfuerzos, es una relación íntima con Dios. Meditemos.

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