viernes, 4 de mayo de 2012

El yugo se pudrirá a causa de la unción.

Cuando Dios le dice a Isaías que el pecado de Israel traerá sobre sí al enemigo, para que éste haga sufrir al pueblo y el pueblo se arrepienta, también le dice que ese enemigo en su momento será destruido.

Las palabras exactas de Dios para Israel fueron: "Pueblo mío, morador de Sión, no temas de Asiria. Con vara te herirá, y contra tí alzará su palo, a la manera de Egipto; mas de aquí a muy poco tiempo se acabará mi furor y mi enojo para destrucción de ellos" (Isaías 10:24-25). Pero ¿cuánto o cuándo era ese poco tiempo? ¿Quién no quiere que su cautiverio dure poco tiempo? ¿Quién no quiere que su oración sea escuchada ¡Ya!?  Y es entonces cuando Dios le da al pueblo la receta para que el enemigo huya, para que el enemigo sea destruido: Y EL YUGO SE PUDRIRA A CAUSA DE LA UNCION" (verso 27). ¿Qué significan éstas palabras de Dios? ¿En donde se encuentra la unción de Dios?. La respuesta es sencilla: EN LA PRESENCIA CONTINUA DE DIOS. Por eso y para eso fue que Cristo murió. ¿Recuerda qué sucedió con el velo del templo cuando Cristo murió?  El velo del templo se razgó, la presencia de Dios que por siglos había sido oculta a todo el que no era Sumo Sacerdote, quedó expuesta. ¡Ahora todos podremos entrar a la presencia de Dios! ¡Allí está la unción!  esa unción que rompe los yugos del pecado, las ataduras, los obstáculos.

No es con extensos ayunos, no es porque toda la congregación se ponga en ayuno, no es porque demos muchas ofrendas, no es por ningún esfuerzo personal que alcanzamos algún logro o meta... es solamente ante la presencia de Dios derramando nuestro incienso (nuestras oraciones). Meditemos.

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