martes, 8 de mayo de 2012

¡Confiadamente!

Cuando niños, por estar jugando pelota en donde no debíamos, esperábamos con gran angustia la hora en que nuestros padres regresaran a casa y sintieran el chiflón que entraba por la ventana, pues nosotros ni locos les decíamos lo que había sucedio... ¡ el vidrio se había roto !

Sí, así como usted lo lee... "el vidrio se había roto"... solito él. Luego, llegaban los papás y las excusas sobraban, pero la reprimenda y el paletazo no nos lo quitábamos de encima, pues ninguno se traga el cuento que el "vidrio se rompió solito, pues lo único que nosotros habíamos hecho fue patear la bola y ella fue a golpear la ventana". Ese trauma, ese trago amargo, lo trasladamos de lo material a lo espiritual cuando crecemos, y así, como sabemos que "nosotros" rompimos el virido espiritual, no queremos acercarnos a Dios porque creemos que él es como nuestros padres y NO ACEPTARA RAZONES. Pues resulta que es todo lo contrario. Cuando Cristo murió por nuestros pecados, el pagó el precio de ese "vidrio espiritual" que nosotros hemos roto... y seguimos rompiendo. Nos dice la escritura en el libro de Hebreos en su capítulo 4 y verso 16: "ACERQUEMONOS, pues, CONFIADAMENTE al TRONO de la GRACIA... ¿Para qué?... ¿Para que nos regañen y nos castiguen?  NO, no, y no.  ACERQUEMONOS para recibir MISERICORDIA y hallar GRACIA para el oportuno  SOCORRO.  ¡Qué grande es ese Dios en el que confiamos!

Quiere que nos acerquemos con nuestro pecado, no para que paguemos el vidrio, sino para pagarlo y colocarlo él mismo en su lugar. Acerquémonos confiadamente por sucio que sea nuestro pecado... EL ESTA ALLI ESPERANDONOS, no para pegarnos sino para abrazarnos. Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario