En tiempos del profeta Oseas, alrededor de 740-730 años antes de Cristo, el pueblo de Israel andaba en idolatría. Ese es un pecado que Dios mira y siente como el adulterio. Y, el adulterio es uno de los pecados que Dios castiga con más ira. La prueba es la forma en que trató a Israel en esos tiempos.
"No quedarán en la tierra de Jehová, sino que volverán a Egipto y a Asiria, donde comerán vianda inmunda" (Oseas 9:3). "La gloria de Efraín volará cual ave de modo que no habrá nacimientos, ni embarazos, ni concepciones. Y si llegaren a grandes sus hijos, los quitaré de entre los hombres, porque ¡ay de ellos también, cuando de ellos me aparte!" (Oseas 9:11-12). "Dales, oh Jehová lo que les has de dar; dales matriz que aborte, y pechos enjutos" (Oseas 9:15). "Aunque engendren, YO mataré lo deseable de su vientre" (Oseas 9:17). Duras, sí, durísimas son éstas sentencias que Oseas echó sobre el pueblo de Dios, ENVIADO por Dios mismo. ¿Por qué? Porque habían caído en idolatría que es como pecado de adulterio, y el adulterio es el pecado que Dios más castiga con ira.
Se pregunta usted por qué hay familias a las que les suceden todos éstos casos, esterilidad, muerte, agravio, ausencia de varones en casa, etc. analize usted y en una gran mayoría de casos, es porque no dejan la idolatría. Termina Oseas el capítulo 9 y verso 17 diciendo en el nombre de Dios: "Mi Dios los desechará, porque ellos no le oyeron; y andarán errantes entre las naciones". Busquemos el arrepentimiento. Meditemos.
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