martes, 13 de marzo de 2012

Casas en la tierra, edificios en el cielo.

Conocemos a un hermano, que cuando niño soñaba con tener uno o dos apartamentos o casas para alquilar, y así, tener el tiempo para dedicarlo a sus pasatiempos preferidos, la carpintería y el cultivo.

A pesar de lo mucho que le costó salir adelante, hoy, con trabajo disciplinado, orden, y muchas abstenciones dadas en su momento, logró construir 3 casas para alquilar y la suya para vivir. Muchas personas quisieran hacer lo mismo, pues éste conocido lleva una vida lo suficientemente tranquila como para dedicarse a la carpintería y a su huerta. Pero, el apostol Pablo nos dice en 2da. Corintios capítulo 5, y verso 1, que: "Si bien es cierto tener una casa terrenal (refiriéndose al cuerpo natural) es bueno, mucho mejor es edificar un edificio en los cielos. "Nosotros" interpretamos éste pasaje a la luz de las palabras de Jesús: "No os hagáis tesoros en la tierra, done la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en los cielos, donde la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan" (Mateo 6:19-20). Cada vez que podemos predicamos lo siguiente: "Si usted no mete dinero al banco, llegará el día en que gire un cheque y éste no será pagado... por falta de fondos".

Cada obra social que nosotros hacemos, es para meter fondos espirituales a nuestra chequera espiritual, y que Jesús tenga de dónde sacar fondos para la compra de materiales para nuestra moroda celestial. Dependiendo de la obra social que hagamos con el prójimo, así será la cantidad de fondos espirituales con que Jesús contará para nuestro edificio en los cielos. ¿Lo quiere con ventanas? ¿Lo quiere con piso? ¿Lo quiere con muebles?... Eso depende de su proyección social aquí donde los ladrones minan y hurtan. Meditemos.

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