viernes, 16 de marzo de 2012

El sacrificio de los gentiles.

Cuando como humanos vemos que una persona le da un pan a otra; cuando vemos que una persona ayuda a otra, creemos estar presenciando una buena obra, una obra de caridad, una obra digna de ser imitada. Pero para Dios no siempre lo es.

Hace muchos años en una nación del sur de América, un hombre les compraba televisores, refrigeradores, camas, amueblados, etc, a las gentes pobres de su pueblo. El hombre llegó a ser muy querido por todos, a tal grado, que cuando sus fechorías fueron descubiertas por las autoridades, las gentes lo defendieron, lo escondieron, y hasta se enfrentaron contra las autoridades por él. Pero todo el dinero que el hombre tenía y repartía era mal habido. Dice la escritura en 1era. Corintios 10:20 que: "El sacrificio de los gentiles, es un sacrificio para los demonios". Y, en Isaías 64:6 dice: "Que las buenas obras de los que no están con él, son como trapos de inmundicias para Dios". Confirmamos entonces qué: No siempre una buena obra es aprobada por Dios.

Preguntamos entonces ¿cuáles sí lo son? Bueno, cuando hemos confesado una fe por el Señor, somos parte de su pueblo, cuando somos parte de su pueblo el resultado es que esa fe se muestra o se derrama en buenas obras. Allí sí, el pan que regalamos, la ropa que repartimos, todo lo que compartimos con los necesitados ya es una buena obra para Dios y no sólo para los hombres. Meditemos.

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