miércoles, 14 de marzo de 2012

Honradamente, delante de Dios y de los hombres.

"Procurando hacer todo honradamente, no sólo delante del Señor sino también de los hombres"... Palabras del apóstol Pablo a los creyentes de Corinto en su segunda epístola, capítulo 8 y verso 21. Estas palabras las dijo con motivo de una "ofrenda abundante" (versos 19 y 20) que administraban con Tito, y para exhortar a los creyenetes a ser honestos delante de Dios y de los hombres.

Hace 30 años aproximadamente, un conocido nuestro fue enviado juntamente con su hermano de sangre por parte de su gobierno a tramitar un préstamo para la nación. Estuvieron luchando por quince días para que el préstamo saliera pero no fue así. Cualquiera pensaría que el crédito no salió asignado porque el gobierno no calificaba, pero la verdadera razón es la siguiente: Quienes otorgaban el crédito lo daban al 4% anual (eran cerca de 100 millones de quetzales equivalentes en ese entones a 100 millones de dólares), pero los intermediarios lo querían colocar al 8%, repartiendo los sobrantes 4% entre dos socios extranjeros y éste hermano en la fe con su hermano en la sangre. En otras palabras, el crédito le salía al doble al gobierno, porque los intermediarios extranjeros NO se conformaban con su comisión natural, sino querían un millón de dólares para ellos, y, si para eso era necesario "comprar" a los enviados por el gobierno "amigo", pues lo hacían. El punto es que los enviados del gobierno amigo, no lo aceptaron por temor a Dios y porque ellos sí se conformaban con su comisión normal. Como repetimos, el crédito no salió por esa razón.

Muchos años después el Señor premió a éstos honrados hermanos poniéndolos en eminencia sin estar con sus manos manchadas, incluyo hoy en día ambos sirven al Señor y manejan fondos del Señor con toda limpieza. Eso es lo que honra el nombre de Dios, el ser honestos delante de él pero también delante de los hombres. Meditemos.

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