martes, 27 de marzo de 2012

En la casa de Israel he visto inmundicia.

Eran los años cuarentas del séptimo siglo antes de Cristo, y Dios le dice a un profeta llamado Oseas: "Ve, y toma por esposa a una mujer ramera" (Oseas 1:2). Oseas va, y toma por esposa a Gomer con quien tiene dos hijos. Más adelante, Dios le dice a Oseas, que los abandone tanto a la madre por ser prostituta, como a los hijos por ser un producto de la prostitución (Oseas 2:4).

Si los "Derechos Humanos (léase desechos) hoy en día juzgaran ésta situación, seguro condenan al mismo Dios por ésta acción. Pero, como en Dios no existe la compasión humana, sino la divina; no existe la democracia, sino la Teocracia; y como él es el dueño y soberano de éste mundo y el universo, lo hizo como está escrito. ¿Por qué nos dejó ese ejemplo tan duro, tan recio? Pues simplemente porque es lo que el pueblo de Israel hizo hace 27 siglos, y es exactamente lo que hacemos nosotros hoy en día con él. El nos tiende la mano, y nosotros se la mordemos. El nos da bienes y seguridad, y nosotros no tenemos tiempo para agradecércelo. El nos busca, y nosotros lo desechamos. El nos provee, y nosotros lo gastamos en nuestros placeres. El nos ama, y nosotros le pagamos adulterando con idolatrías y fornicaciones.

Cuando Oseas, al igual que nosotros hoy, pregunta ¿Por qué Señor? El, responde: "Porque en los moradores de la tierra no hay verdad; ni misericordia, ni buscan el conocimiento de Dios" (Oseas 4:1). Estamos AFANADOS en todo, hasta en la iglesia en donde hay quienes quieren ser también AFAMADOS. No buscamos a Dios por lo que él es, sino por lo que nos da. Y, cuando nos lo da... entonces nos vamos. Ayer y hoy, Dios simplemente ha visto inmundicia en su propia casa. Meditemos.
Publicado por Julio C Rueda en 05:02 0 comentarios

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