miércoles, 29 de febrero de 2012

El que causa divisiones... está condenado.

Pablo, el apóstol de Jesucristo, le escribe a Tito en la siguiente forma: "Yo, Pablo, (apostolos) "enviado" de Jesucristo, a los (ecklektos) "los electos por selección de Dios" (Tito 1.1). Te dejé en Creta, para que corrigiéses lo deficiente (Tito 1:5).

Recuerda que cuando establezcas ancianos, éstos deben ser irreprensibles, maridos de una sola mujer, que tengan hijos creyentes que no estén acusados de rebeldías. Porque es "necesario" que los obispos sean irreprensibles como administradores de Dios, no dados al vino, no codiciosos de ganancias deshonestas, amantes de lo bueno, justos, santos, "retenedores de la Palabra fiel" (Tito 1:5-9). Las ancianas asímismo sean reverentes, que enseñen a las más jovencitas a que sean prudentes (Tito 2:3-6). Pero acaso el consejo más importante que Pablo le concede a Tito es el siguiente: "Pero tú habla lo que está de acuerdo a la SANA DOCTRINA (Tito 2:1). Un líder de Jesucristo no debe apartarse de la sana doctrina de Jesucristo, ese es el resumen de la epístola. Y la cierra en el capítulo 3 y versos 10 y 11 diciendo: "Al que cause divisiones (hairetikos) o sea herejías o falsas doctrinas; a ese amonéstalo una y otra vez, y si no se vuelve atrás, entonces "deséchalo, niégalo" (paraiteomai).

Y concluye Pablo diciendo: "pues él mismo se ha condenado, se ha puesto fuera" (paraiteomai)(Tito 3:11). El evangelio que Cristo predicó es el evangelio de la cruz, sin el cual NADIE entra al reino de los cielos. Jesús no dijo: "Tomen su reino y síganme, él lo que dijo fue: TOMEN SU CRUZ y síganme". Cualquier otra doctrina, evita que lleguemos a ser irreprensibles, guiadores de nuestra casa, y nos lleva a causar divisiones. Meditemos.

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