martes, 14 de febrero de 2012

Salvos o condenados.

El hombre como ser espiritual solamente tiene dos caminos en la vida, o es salvo o es condenado. Sistemas débiles y que incitan al conformismo espiritual como la doctrina del Universalismo (que sostiene que como Dios es amor, no puede, por naturaleza, mandar a nadie al infierno, que por cierto según esa doctrina no existe) niegan.

Juan en su evangelio nos dice que habrá en el final de los tiempos, persona salvas espiritualmente y que habrá personas condenadas, y lo dice de la siguiente manera: "De tal manera amó Dios al mundo (Kosmos: la raza humana, los seres humanos), que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquél que en él cree, no se pierda (Apollumi: destruya, pierda, sea abolido), mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). Y, en Juan 3:18 y 19 nos dice que: "El que en él (el Hijo de Dios) cree, no es condenado (Krino: separado, sacado, echado fuera); y que la condenación viene porque los hombres amaron más las tinieblas (Skotos: ignorancia de pensamientos divinos y derechos humanos, y se acompañan de pensamientos malvados e inmoralidad). Dios pues, no mandó a su Hijo como dicen los Universalistas, a condenar a una parte del mundo. Dios lo mandó para salvar a todos, lo que sucede es que unos amarán más su deliete que servir a Dios.

Y eso, no significa como dicen los Universalistas, que Dios "no pueda o no tenga poder". Sino que dentro de su plan está que los hombres que le sigan y le sirvan lo hagan voluntariamente. Ahora bien, tenemos que comprender que quién entienda el plan de Dios a cabalidad no existe sobre la faz de la tierra. Meditemos.

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