lunes, 20 de febrero de 2012

Un Dios bueno, amoroso y misericordioso.

No hay pueblo sobre la faz de la tierra que no tenga al menos un dios. Pero sólo hay un pueblo sobre la tierra que tiene al verdadero Dios. Ese Dios no es un Dios representado por NINGUNA religión. Simplemente, para quienes le conocen es un Dios bueno, amoroso, y misericordioso. Es el Dios padre de Nuestro Señor Jesucristo.

Sin embargo, es un Dios que también es justicia. Por ello, es un Dios que pone límites: En el Edén, puso el límite de no tocar de cierto fruto, pues traería un castigo. Adán y Eva no cumplieron con ese requisito, y por lo tanto, sufrieron las consecuencias. Ese mismo Dios le dijo al Pueblo de Israel que no cometiera idolatría, el pueblo cometió idolatría por lo tanto sufrió las consecuencias. Ese mismo Dios, dió a su Unico Hijo en sacrificio por la vida pecaminosa de todo ser humano, para que de entre todos ellos, quienes recibieran ese sacrificio como suficiente paga por sus pecados fuese salvo, y el que no lo creyere fuere condenado (atormentado) por los siglos de los siglos, pues no creerle a Dios es hacerle y decirle mentiroso. Sí, mentiroso porque se le está diciendo que no creemos que el Plan de él, sea suficiente para salvarnos.

Dios, ese único Dios verdadero, creador del mundo y todo lo que en él habita, es bueno, por ello nos creó; es amoroso, por ello nos proporcionó la oportunidad, en vida, de ser perdonados; es misericordioso, por ello nos tiene paciencia y nos espera hasta que de voluntad propia nos dejamos seducir por su amor; pero, también es justo, y quienes no cumplen con los requisitos que él pide... mueren irremisiblemente y para siempre, pues la reencarnación no existe. Meditemos.

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