jueves, 2 de febrero de 2012

Y a la medianoche, el ángel de la muerte fue enviado.

Egipto había sido castigado con 9 de las 10 plagas profetizadas por Moisés a Faraón, si éste, no dejaba ir al pueblo de Israel a adorar a Jehová al desierto. El Faraón, incrédulo y duro, después de haber visto el poder de Dios, se niega dejar ir al pueblo de Dios. Entonces la última plaga llega: El ángel de la muerte es enviado por Dios a la medianoche (Exodo 12:29).

Lo invitados a hacernos una pregunta: ¿Si el ángel de la muerte hubiese sido enviado ésta medianoche a nuestra casa, nos hubiésemos salvado? Los israelitas se salvaron porque Dios le había dicho que pusieran sobre los dinteles de sus casas, sangre de cordero rociada con un hisopo(vea Exodo 12:21-22). Hoy, la sangre que tenemos que tener en el dintel de nuestros corazones es la del Cordero precioso que fue, es, y será Jesucristo. Hoy, muchos en el mundo y en la congregación estamos viendo el poder de Dios alrededor nuestro, pero, al igual que Faraón, endurecemos el corazón con nuestro mejor y más delicioso pecado, eso, es el estorbo un corazón endurecido. Al igual que sucedió hace casi cuatro mil quinientos años aproximadamente, un día de éstos el ángel de la muerte será enviado a nuestras casas. ¿Nos salvaremos?

Creer en Jesucristo, hacer una confesión de fe por él, es tan fácil que parece que no sucederá nada. Pero María, la madre del hombre la hizo (dijo: Mi Dios y salvador); los discípulos la hicieron (Señor, a quién iremos, si sólo tú tienes palabras de salvación); Pablo la hizo (Señor mío, y Dios mío); nosotros también tendremos que hacerla. Esa confesión, es la sangre del Cordero sobre el dintel de nuestros corazones. Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario