jueves, 6 de septiembre de 2012

Por sus frutos los conoceréis.

"El arbol bueno da buenos frutos, pero el árbol malo da malos frutos; por sus frutos los conoceréis". Estas fueron palabras de advertencia que Jesús les dió a sus discípulos cuando iniciaba su ministerio (vea Mateo 7:17 y 20).

Cuando nosotros vemos en el principio de la escritura cómo Dios hizo una separación entre la simiente de la mujer y la simiente del diablo, vemos claramente que por sus frutos se conoce a la gente. Después de ser desterrado Caín por asesinar a su hermano Abel, vemos que de sus descendienes salen frutos malos: Caín tiene un hijo al cual llama Enoc, y construye una ciudad a la cuál le pone el nombre de Enoc (Génesis 4:17), éste como veremos ya es otro mal fruto de Enoc. Pues en los Salmos se nos dice que: "Los que confían en sus bienes y que confían en sus riquezas (los impíos que no tienen fe). Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas, por eso dan sus nombres a sus tierras" (Salmo 49:6 y 11). Luego, Enoc tiene hijos entre quienes le nace uno llamado Lamec, éste es el primer hombre sobre la faz de la tierra que es bígamo. Y sabemos que la infidelidad desagrada a Dios. ¿Cuál fue el resultado de todos éstos pecados? Que fueron gentes que el Diluvio barrió. En otro sentido, y para no confundirnos, de la linea pía también existieron hombres con los nombres de éstos impíos, pero con otros frutos. De la descendencia de Set, nació un Enoc, pero de éste se dice que camino con Dios y fue arrebatado al cielo (Génesis 5:24). Más tarde nació uno llamado Lamec, de quien nacería Noé (Génesis 4:29), quien en el año del Diluvio, año en que murió Matusalén (se puede probar con las genealogías bíblicas) y cinco años después de la muerte de su padre Lamec, era el único hombre sobre la faz de la tierra que agradaba a Dios (Génesis 6:8).

"Si hubiéran sido de nosotros, no hubiéran salido de nosotros. Estos son anticristos, pues niegan que Jesús es el Cristo, y niegan al Padre". Estas fueron palabras de Juan el apóstol en su primera epístola en el capítulo 2 y versos 19 y 22. A los cristianos los reconocemos por sus frutos y porque permanecen entre nosotros, pero a los impíos se les reconoce porque niegan que Jesús sea el Cristo, niegan al Padre, y se apartan de nosotros. Meditemos. 

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