jueves, 26 de abril de 2012

Un viento, un terremoto, fuego, y un silvo apacible.

Hemos comentado en días anteriores que Dios desea comunicarse con el hombre que le busca, siempre durante la vida humana ha sido así. No busca Dios comunicarse con el hombre en una forma dramática sino muy común y corriente. El dramatismo lo buscamos los hombres pero no Dios.

Por ejemplo en tiempo del profeta Elías, cuando él recién había tenido un gran triunfo sobre los profetas profanos, y la ira de la reina Jesabel se puso contra Elías para matarlo, éste huye a la cueva de Horeb y allí clama a Dios. Nos narra la historia que Elías escuchó y vió un viento tan fuerte que dice que rompía lo que  estaba enfrente, pero que Dios no estaba allí; luego hubo un gran terremoto, pero Dios no estaba en el terremoto; luego vió fuego, pero Dios no estaba en el fuego; y por último hubo un "silvo apacible y delicado" en donde Elías tuvo que cubrir su rostro pues Dios había llegado a su presencia (1era. Reyes 19:1-12). ¿Qué nos enseñan éstas frases de la biblia? Bueno en primer lugar que no nos debemos dejar impresionar ni llevar por el dramatismo cuando alguien nos habla de Dios o cuando nosotros hablemos de Dios (Dios no necesita que agrandemos los sucesos para que alguien le siga). El que alguien de su testimonio y nos hable que le persiguieron cocodrilos; que tuvo que luchar contra caníbales; que estuvo en la mafia; que llegó hasta el final del camino con las drogas; que fue alcólico de quedarse tirado en la calle, etc. NO debe llevarnos a poner los ojos en el hombre sino en la obra de Dios.

El hombre necesita héroes, por ello es que desde niños andamos teniendo anhelos de grandeza por un supermán o por un marshal con una cold 45, etc., pero lo que Dios quiere es que ese héroe en nuestra vida sea él. Por ello no quiere dramatismos, sino un "silvo apacible" para visitarnos, cambiarnos, y prepararnos... y entonces demos testimonio a otros. Meditemos.

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