Cómo es de importante saber o conocer cuál es el deleite de las personas con las que convivimos. ¿Por qué? Porque así los agradamos haciendo o no haciendo lo que les gusta o no les gusta.
En nuestra familia nos gusta agradar para el día del cumpleaños, por ejemplo, a cada uno, haciendo lo que ellos piden. Tenemos quienes quieren una piñata; otros quieren ir a un restaurante de comida rápida por los juegos que hay; otro pide pastel de piña invertido; otro pastel de fresas con crema; otro lo celebra en la iglesia; alguien lo que quiere es estar con toda la familia, etc. Y cuando hacemos lo que ellos piden, todos quedan agradados. Dios también tiene sus deleites, y es bueno conocer ese detalle porque sabemos cómo agradarlo. Dice la escritura que él se deleita en la misericordia, entonces seamos misericordiosos con otros (Miqueas 7:18). Nos dice el salmo 147:11 que Jehová se deleita en quienes le temen, no en los que confían en la fuerza del caballo o en la agilidad del hombre.
Entonces, ahora que conocemos qué agrada a Dios ¿por qué no hacerlo? Seamos misericordiosos los unos con los otros (esto no implica ser alcahueto); no confiemos en la fuerza del caballo (nuestras riquezas); ni en la agilidad del hombre (nuestro brazo). Meditemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario