jueves, 14 de marzo de 2013

Pero María guardaba.

"María por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas".
(Lucas 2:19).

Primero, un ángel, Gabriel; luego, los pastores; luego, los Reyes Magos; y luego, otros ángeles, en fín que, si alguien sabía lo que estaba por suceder, lo que estaba sucediendo, y lo que sucedería años más tarde esa era María. Pero muy diferente a como nosotros hacemos cuando tenemos una primicia entre los dientes, ella hizo silencio, y tan sólo, meditaba en ello. Muchos de nosotros llevamos penas, recuerdos, angustias, etc. en el corazón, de esas penas, recuerdos y angustias que nadie sabe.

Cuando algo es demasiado íntimo, demasiado extremo, o, por qué no decirlo también, demasiado vergonzoso, eso no se lo contamos a nadie. Ni siquiera nuestro confidente más íntimo, ni siquiera nuestra pareja, ni siquiera nuestro más íntimo amigo o amiga. Así como lo hacemos con esos secretos, así debiéramos de guardar ciertos secretos que Dios nos regale. Esos, son tan sólo secretos que él quiere compartir con nosotros y que quiere que meditemos acerca de ellos.

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