martes, 12 de marzo de 2013

Dad gracias.

"Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús".
(1era. Tesalonecenses 5:18).

Hace unos días alguien en el blog preguntó ¿Cómo hago para orar por otros?  La respuesta fue: ¡Has tuya la pena ajena! Cuando uno hace suyo el cáncer ajeno, uno no puede pasar por alto los dolores de otro; cuando uno hace suya la necesidad económica ajena, uno no puede dejar de pensar en el esfuerzo duro e infructuoso de algún esposo, la lucha titánica de la esposa de ese hombre por administrar lo más eficiéntemente lo poco que llega a sus manos, y el hambre de esos tres, cuatro o cinco niños que están a la espera de comer algo cada día.

Ese acto de hacer nuestra la pena ajena, es la que nos humaniza más y cuando de dar se trata, entonces damos a manos llenas, porque recordamos que así es como Dios nos ha proveído a nosotros. Y, en otro sentido, eso nos hace dar gracias por lo que tenemos, por el lugar en el que el Señor privilegiadamente y sin merecerlo nos tiene.

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