"Los malvados se pervierten desde que nacen; desde el vientre materno se desvían los mentirosos".
(Salmo 58:3).
Cuando uno mira o sufre la maldad de alguien, se pregunta ¿cuándo empezó la maldad de ésta persona o en ésta persona? El salmista, guiádo por el Espírtu Santo Eterno parece convencernos de que: "La maldad está predestinada por la soberanía de Dios desde el vientre materno".
Mire usted cómo nos lo explica Pablo en Romanos: "¿No tiene potestad el alfarero (Dios) sobre el barro (el hombre), para hacer de la misma masa un vaso de honra y una para deshonra? (9:21). Y luego termina de sentenciarlo de una forma indiscutible: "¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder (soberanía), soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para la destrucción?". Dios es soberano y no se equivoca. Los juicio de los hombres con respecto a las decisiones de Dios, son los equivocados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario