viernes, 8 de marzo de 2013

Escucha, oh Dios, mi oración.

"Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi suplica. Oyeme y respóndeme".
(Salmo 55:1).

Salmo de David cuando estaba angustiado y sentía que Dios no lo sacaba del problema en que estaba. ¿Hemos sentido nosotros que los cielos se nos vuelven de bronce, y que nuestra oración no es escuchada?  ¿Hemos sentido que Dios tarda en escuchar nuestra oración, y, que más tarda aún en mandar una respuesta? Seguro que todos hemos vivido esa experiencia. Y la razón es para que nuestra fe crezca. Por eso es que Dios permite que la solución venga en el último día que tenemos de plazo; en la última hora que tenemos de fuerza; o en el último minuto que nos queda de aliento. Pero llega la respuesta, con el fin de que nuestra fe crezca; sabiendo que él NUNCA falla. Y nuestra labor es no dejar de orar y de esperar.

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