"Abrí yo a mi amado; pero mi amado se había ido, había ya pasado".
(Cantares 5:6).
En el libro el Cantar de los Cantares, se narra la historia de una sulamita enamorada del Señor. Entre la narración se nos dice que un día, ella ya cansada se acuesta a dormir, y, cuando el Señor toca a su puerta, ella no le abre. Mientras ella medita si se levanta y se atavía otra vez el Señor se marcha, y cuando ella al fin abre la puerta tiene que luchar por encontrarlo. Muchas veces el Señor toca a nuestra puerta porque quiere darnos un regalo, si no le abrimos en ese momento, luego nos cuesta el doble obtener ese regalo de la palabra.
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