jueves, 17 de enero de 2013

Pocos son los que la hallan.

"Estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan".
(Mateo 7:14).

En ésta ocasión Jesús en el Sermón del Monte les explica a sus discípulos y a la multitud que: El mundo y sus placeres es una puerta muy ancha y que muchos son los que entran por ella. Pero ¿ya se dió cuenta usted que cuando habla de la puerta estrecha, que es una vida de santidad, de entrega total a Dios, de austeridad en los placeres mundanos, no dice que pocos "entran" por ella sino que pocos "la hallan"?  En otras palabras, la puerta del mundo fácil no hay ni qué buscarla pero la puerta por donde hemos de entrar para agradar a Dios, primero hay que encontrarla y luego cruzarla... y POCOS son los que la hallan.

1 comentario:

  1. La Biblia esta llena de alegorías. Muchas veces para acercarse al fondo de lo que nos quiere decir hay que continuar el pensamiento de lo que se ha dicho previamente para lograrlo. Como bien se dijo en este blog, la puerta es la vida que se encuentra en el Reino. Desde el versículo 1 del capitulo 7, se viene contrastando actitudes egoístas y generosas. Las egoístas son fáciles de seguir pues van bien con la naturaleza humana; buscar falta en los otros es fácil, considerar sus propias faltas es difícil. El Señor nos amonesta a buscar las actitudes generosas. En los versos del 1 al 14 se dejan ver tres facetas del proceso de pasar del egoísmo que lleva a la muerte y de la generosidad que lleva a la vida. La primera faceta es hallar la vida del Reino uno mismo. Ésta es la fuente de la generosidad misma. Solo después de haber encontrado la nueva vida se puede contrastar los dos tipos de vida; uno que lleva a la vida del Reino (o vida eterna) y otro que lleva a la muerte. Solo después se es capaz de considerarse uno mismo antes de juzgar a otros (Mateo 7:1). La segunda faceta nace de la primera. Al poder contrastar los dos modos de vida se puede sentir pena por los que no la han encontrado y se busca el guiarlos a ella, pero para esto hay que tener comunicación con el Padre para tener la iluminación divina y poder juzgar con acierto con quien y cuando compartir el Reino. El Reino es comparado con una perla en Mateo 13:46 y en el verso 6 se nos dice de no echar nuestras perlas a los puercos. Para lograr alcanzar ese nivel de comunicación, es necesario una vida de oración pidiendo e intercediendo por los otros (del verso 7 al 12). La tercera faceta es el actuar con la guía del Espíritu Santo buscando maneras de compartir esa vida con el prójimo. Esto es un acto de generosidad desprendida motivada por el amor que engendra el haber encontrado la vida del Reino.

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