"Por su parte, hoy mismo el Señor ha declarado que tú eres su pueblo, su posesión preciosa, tal como lo prometió".
(Deuteronomio 26:18).
Antes de entrar a la tierra prometida, y antes de que Moisés muriera, Dios le hace al pueblo de Israel ésta declaración que acabamos de leer. Y, a cambio, todo lo que le pide es: OBEDECE, pues, TODOS sus mandamientos. Más adelante, en los capítulos 27 y 28, Dios le dice qué le sucederá al pueblo si obedece o si no lo hace. Aunque la Ley ya no funciona como tal hoy en día, los principios básicos de la misma se cumplen. Y, las bendiciones y las maldiciones están vigentes, pues nosotros hoy también hemos llegado a ser su pueblo, su posesión preciosa.
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