viernes, 23 de noviembre de 2012

Buenos administradores, malos administradores.

"Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano hubiere vendido...Tendrá facultad de redimirla hasta el término de un año...Y si no fuere rescatada dentro de ese año entero, el que la compró se quedará con ella para siempre y podrá dejarla a sus descendientes para siempre".
(Levítico 25:25,29 y 30).

Cuando Dios repartió la tierra y las riquezas fue ecuánime, esto significa que le dió a todos por igual. Pero con el tiempo unos fueron buenos administradores y otros malos administradores. La ley entonces, para proteger a quien se estaba quedando pobre, obligaba a los parientes cercanos a comprar las posesiones de éstos para que las pudieran recuperar en el término de un año. Si no fuera así, entonces las perdían para siempre. Pero la situación era no perderlas del todo en su momento. Hoy, la moraleja que nos queda es que cuando un hermano está en problemas, es obligación de los parientes cercanos darle una mano, si después de la ayuda no responden, entonces los hermanos quedan exonerados de cualquier culpa.

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