miércoles, 10 de octubre de 2012

Y destruyen mujeres y jóvenes y ancianos.

Hoy en día el pensar que alguien mata a un niño nos desgarra la vida, y con justificadas razones, pues son seres angelicales e indefensos, y por lo tanto ningún niño debiéra morir. Sin embargo nosotros leyendo la historia bíblica vemos que durante el transcurso de las guerras, Dios da la orden de asesinar aún a los niños ¿Por qué?

El argumento más común en nuestras comunidades es que: "como Dios es bueno" él no va a castigar a nadie, él no va a "condenar" a nadie, que él es un ser de paz, de amor, y de perdón. Todos esos atributos son ciertamente posesión de Dios, pero, la escritura también nos habla de la "ira y del celo" de Dios. Cuando nosotros analizamos la conquista de la tierra de Canaán por los judíos, vemos que cada vez que van a tomar una nueva ciudad, Dios les dice: "destruyan a filo de espada TODO lo que en la ciudad había, hombres, mujeres, jóvenes y ancianos, y HASTA los bueyes, las ovejas y los asnos" (Josué 7:21). Y más adelante les dice en otras ciudades: "Y harás en Hai, como hiciste en Jericó" (Josué 8:2). Y en Maceda sucedió qué: "por completo los destruyó, con todo lo que en ella tenía vida, sin dejar NADA" (Josué 10:28). ¿Por qué Dios, que es un Dios de amor, de paz y de armonía, no sólo permite sino "ordena" asesinar a mujeres indefensas, jóvenes inmaduros, y ancianos incapacitados? La respuesta es simple. Si usted ha oído hablar de las famosas "maras" lo entenderá mejor. Asesinan a uno, y los demás, aunque sean mujeres, jóvenes o ancianos... buscan venganza. Se elimina a un marero y nacen 5 si 5 son sus parientes; nacen 7 si 7 son sus parientes. Son literalmente una "plaga" moderna.

Ahora bien, para nosotros cuál es la lección, pues lógicamente no vamos a andar por la calle "asesinando" todo lo que tiene vida. La lección es que si la televisión nos sirve para perdernos, la solución no es apagarla sino sacarla de la casa. Si nuestra perdición son ciertos amigos, la solución no es tenerlos de lejos, es anularlos de la lista de amigos. Si nuestra perdición es un socio que gusta de dar mordidas, dádivas o talachas, la solución no es dejar de participar, la solución es romper la sociedad con él. Así estaremos asesinando a las mujeres, a los jóvenes y a los ancianos que nos pudieran asesinar a nosotros espiritualmente hablando. Meditemos. 

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