lunes, 8 de octubre de 2012

El pecado de Acán.

Cuando Dios le da órdenes a Josué de iniciar a tomar la tierra prometida, el primer pueblo que habían de tomar era Jericó, pero las indicaciones para la toma de la ciudad eran claras: "Pero vosotros guardaos del anatema (alguien que no camina con Dios), ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema" (Josué 6:18).

La toma de Jericó fue "tan fácil" para el pueblo de Israel, que creyeron que las siguientes conquistas iban a ser iguales. Decimos que vieron fácil la toma de Jericó porque hemos de recordar que Israel venía de 40 años en el desierto sin hacer nada. Y venían de 400 años de ser esclavos y no guerreros. Por ello Dios les permitió una conquista fácil. Pero, lastimosamente las órdenes de Dios no fueron cumplidas, y el resultado se vió en la segunda conquista, cuando iban a tomar Hai. Acán tomó de las prendas de los anatemas y Dios se enojó. Las nuevas órdenes de Dios eran: "Israel: No podrás hacer frente a tus enemigos, HASTA QUE, hayas quitado al anatema de en medio de tí" (Josué 7:13). Aquí lo primero que hay que tomar como lección es que, se pecó de desobediencia a Dios; segundo, se robó; tercero, esos dos motivos trajeron como consecuencia el enojo de Dios, y que el desobediente se convirtiera en anatema igual que a quien había robado. Israel no pudo seguir adelante sino "hasta que" eliminó a Acán, matándolo "y" destruyendo "todo" lo que éste había tomado (Josué 7:24).

Nosotros, si hemos pecado, nos hemos convertido en enemigos de Dios, pero a diferencia de ayer, hoy existe la gracia sobre la ley, así que si nos arrepentimos de corazón "y" devolvemos lo que hayamos tomado del anatema, Dios está dispuesto a seguirnos acompañando para que tomemos o conquistemos otras áreas (otros pueblos) en nuestra vida. Meditemos.

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