viernes, 30 de septiembre de 2011

¿Quién pecó, éste o sus padres?

Cada vez que a alguien le sucede algo, muchos nos preguntamos o nos decimos a nosotros mismos... ¡saber en que anda metido o qué falta cometió! Este pensamiento es muy común, especialmente dentro de las filas de las iglesias. Nos falta misericordia por eso pensamos así.

En cierta ocasión se presentó delante de Jesús un hombre ciego de nacimiento, y los primeros que cometieron el pecado de duda, de prejuicios, de ideas preconbidas fueron los propios discípulos, pues fueron ellos quienes preguntaron: "¿Señor, quién pecó, éste o sus padres?" (ver Juan 9:2). La respuesta de Jesús es una respuesta que debiera aliviar nuestros corazones, pues todos los días estamos expuestos a los mismos prejuicios e ideas preconcebidas de quienes nos rodean. Jesús dijo: "Ni éste, ni sus padres, ESTO sucede para que las obras de Dios se hagan manifiestas" (verso 3). No siempre que nos pasa algo es porque pecamos; la situación que vivimos o que viven algunos de los nuestros no necesariamente IMPLICA un pecado (puede ser, eso sí, que alguien esté padeciendo las consecuencias del mismo, pero no debiéramos pensar que es el patrón pues). Dios aplica misericordia aún al pecador, ¿cuál es la razón por la cual nosotros no lo podemos hacer, aún y cuando la persona implicada en la pena y la sosobra no lo haya hecho?

TODO, y esto es muy claro, TODO lo que nos sucede tiene un propósito de Dio;, que nosotros o la persona implicada no lo entienda hoy, NO significa que Dios no esté en el asunto. Meditemos.

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