sábado, 30 de junio de 2012

Cuando no es agradable al oído.

No hay quién en la congregación cristiana que se resista a escuchar una profecía que le diga: "Hijo mío, dice el Señor, te he escogido para que cruces los mares y lleves mi evangelio por todo el mundo, estarás entre reyes y príncipes, pero no temas que yo estoy contigo".

Una profecía de ese tipo, no esperamos a que termine el servicio para ir y contárselo lleno de lágrimas a todos nuestros conocidos. Y es más, tratamos de averiguar a quién, éste profeta le ha profetizado algo aunque sea similar y que se haya cumplido para tener argumentos de que en realidad sí, ESTE PROFETA NO VIENE DE SU CASA SINO VIENE ENVIADO POR DIOS. Pero, cuando lo que el profeta nos tiene que decir es: "Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es éste cinto, y le entregarán en manos de los gentiles", como le profetizaron a Pablo (Hechos 21:11).... Ah, entonces, decimos o pensamos,  a lo mejor el profeta no viene enviado de los cielos sino que sí viene de su casa. En tiempos de Jeremías y de Ezequiel sucedió eactamente el segundo ejemplo. Y Dios lo sabía, por ello le dice a Ezequiel: "Mas la casa de israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón" (Ezequiel 2:7). ¿Qué tiene qué hacer el profeta para sobrellevar esa enorme carga, Dios mismo le aconseja: "Varón, afirma tu rostro como diamante, más fuerte que pedernal... no les temas" (verso 9).

Cuando Dios nos envíe a una misión por dura que sea, hemos de ir con la frente como diamante, con el rostro más fuerte que pedernal, sin temer a nadie. Si lo que Dios nos indica es que la persona por la que vamos a ir a orar, ha de morir, digámoselo. No seamos "políticamente correctos", el futuro eterno de esa persona está en juego, y si además, Dios nos envió, qué de lo que digan. O si lo que viene es juicio a las naciones ¿por qué hemos de callar? ¿No fue acaso lo que Jesús predicó y predijo?  O, vamos a callar, sólo porque eso NO es agradable al oído. Meditemos.

 

viernes, 29 de junio de 2012

Hacia donde el Espíritu les movía.

La primera visión que recibió el profeta Ezequiel cuando Dios le escogió para llevar profecía al pueblo de Israel, tenía una cacacterística: las figuras con formas de hombre, león, buey y águila que estaban sobre ruedas: "Se movían únivamente hacia donde el Espíritu de Dios les decía que se movieran" (Ezequiel capítulo 1 entero).

¿Qué significado tuvo esa visión para el pueblo de Israel y qué significado tiene esa visión para nosotros el día de hoy? En aquellos tiempos (600 antes de Cristo, aproximadamente), les estaba advirtiendo al pueblo que: "fueran a donde Dios les estaba indicando por medio de las palabras del profeta". Más adelante en el libro Dios le dice al pueblo que: "Quien se quede en Jerusalén, morirá por hambre; quien huya, morirá a espada; pero quien vaya al cautiverio, vivirá", exactamente como sucedió. Hoy, para nosotros ciertamente hay un cautiverio espiritual si no obedecemos la voz de Dios, exactamente esa profecía: "Hacia donde el Espíritu nos guíe". Ahora bien, la pregunta del millón es: ¿Cómo sabremos hacia dónde nos quiere guiár el Espíritu si no buscamos a Dios desde el amanecer? ¿Cómo hará el Espíritu para decirnos que hay que salir, que hay que quedarse, que hay que esperar, etc. si no nos tomamos el tiempo para escucharlo?  Lo mismo nos sucede si tenemos una emergencia espiritual como un alma en pena, una persona cercana que se accidenta, una consulta de divorcio, un inconverso que nos cuestiona, etc. ... si de mañana, salimos corriendo al gimnacio, salimos volando a un desayuno social, vamos apresurados al trabajo... SIN HABER UTILIZADO TIEMPO PARA HABER ORADO PRIMERO.

Lo que vamos a hacer en una de esas hipotéticas situaciones que mencionamos es utilizar "nuestra mejor idea", "utilizar nuestro mejor recurso humano", "utilizar nuestro brazo de carne y nuestro sentir de corazón", pero NO lo que el Espítitu Santo nos diga. Y, el problema es que: "nuestra mejor idea", "nuestro mejor recurso humano", "nuestro brazo de carne o nuestro sentir de corazón" quizás ALIVIAN la situación pero NO LA SOLUCIONAN. Meditemos.

jueves, 28 de junio de 2012

Por culpa de los profetas y los sacerdotes.

Cuando al fin llegó el cautiverio que Jeremías había estado profetizando por varios años, y el cuál, dicho sea de paso la gente nunca creyó que llegaría, todos en el pueblo se preguntaban ¿Por qué?   Entonces Dios le indica  a Jeremías que les explique.

"Es por causa de los pecados de sus profetas, y las maldades de sus sacerdotes, quienes derramaron en medio de ella (Jerusalén) la sangre de los justos" (Lamentaciones 4:13). Ahora bien, la pregunta es ¿Cuándo los profetas y los sacerdotes "asesinaron personas" para que Dios les dijera que "derramaron sangre inocente"?  Bueno, NUNCA, pero lo que sucede es que para Dios "no educar a los hijos en el camino correcto" es como asesinarlos, pues se les está enviando a un infierno eterno. ¿No fué acaso el motivo por el cual le vino el castigo a la nación filistea en el juicio a las naciones? ¿Notamos ahora que el juicio a las naciones sí nos concierne, sí es un motivo de preocupación o debiéra de serlo para nosotros?  El juicio a Israel no le vino por el pecado del pueblo, sino por el pecado que cometieron los líderes al no guíar bien a las ovejas, que las ovejas también pagaron la factura eso también es cierto. Y si le es muy difícil entender ésto, le preguntamos ¿Por qué vienen las crisis económicas?  ¿Por culpa de los pobres que no manejar dinero, o, por culpa de los gobernantes y los poderosos que no lo saben manejar o lo manejan con corrupción?  "Usted NO puede causar crisis en algo si NO tiene poder sobre ese algo".

Los líderes religiosos tenían el poder sobre la gente del pueblo, pero lo manejaron con corrupción (falsas profecías de los falsos profetas y consentimiento de los sacerdotes... Lamentaciones 2:14) por ello vino el castigo, Dios mismo lo dice. Los que manejan el dinero lo manejan con corrupción  por eso vienen las crísis, no por los que no lo tienen. No nos cansemos ni desmayemos en buscar a Dios, para que lo poco o mucho que tengamos lo administremos con sabiduría, sea éste bien material o espiritual, no sea que falsos líderes y falsos profetas nos guíen mal diciendo que vienen mejores tiempos, cuando Jesús dijo (Mateo 24, Marcos 13, y Lucas 21, que lo que viene y pronto es destrucción como nunca la ha habido. Meditemos.

miércoles, 27 de junio de 2012

¿Quién será aquél que diga?

Cuando algo le sucede a alguien vienen mil preguntas y mil conjeturas: ¡Qué mala suerte!, ¡qué coincidencia!, ¿qué sucedería? y los que son más incisivos dicen ¿Qué haría mal?. Y los muy religiosos todavía exclaman: ¡A saber qué está pagando!

A todos, a gente buena y mala, dice la escritura que sale el sol. Unos lo merecen otros no lo merecemos tanto pero a todos nos ilumina. Lo mismo sucede con el bien y lo que nosotros creemos que es un mal cuando toca a nuestra puerta. Hemos visto a impíos entrar en desgracia, en enfermedad, en aprietos, en mortandad, y la lógica nos dice que es el resultado de sus malos pasos. Pero también hemos visto gente muy entregada a Dios, y que, "coincidentemente" cuando más entregada está y cuanto más trabaja para el Señor le suceden situaciones que lo hacen preguntar a uno ¿Y por qué a ellos?  Bueno, lo que sucede lo explica Jeremías en el libro de Lamentaciones (3:37-39). "¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno? ¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado". Es Dios quien permite que ciertos males se acerquen al hombre que se dedica a su obra, es la forma de demostrar al mundo que una persona puede estar bajo presión pero no necesariamente explotar, pues su confianza no está en los recursos humanos sino en los recursos divinos.

Es el momento en que el creyente tiene su mejor oportunidad de dar testimonio de que el Dios en el que él dice creer, es verdadero; y que, aún y cuando no se deja ver... sí está vivo. En otro sentido, es el momento del crecimiento de la fe del creyente, pues es el momento en el que más va a conocer de cerca a su Dios y todos los atributos que nos ha dicho tener. Meditemos. 

martes, 26 de junio de 2012

Jeremías, el profeta llorón.

En los medios estudiosos de las escrituras se conoce al profeta Jeremías como el profeta llorón. ¿Por qué? Pues tanto sus profecías dadas en el libro que lleva su nombre como sus expresiones en el libro de las Lamentaciones, él hace lamento tras lamento al ver a su tierra asolada y vacía por los juicios de Dios en contra de ella.

En el libro de Lamentaciones Jeremías hace exactamente 5 lamentos: el primero es acerca de las "aflicciones" de Jerusalén en términos generales; en el segundo describe en términos generales el "desastre" acontecido; en el tercero describe los "factores fundamentales" del por qué del juicio y la destrucción; en el cuarto marca algunas de las "lecciones" que Jerusalén aprendió de éste castigo; y en el quinto lamento nos enmarca cómo "por medio del sufrimiento" Jerusalén se somete a la misericordia divina. Otra vez, hemos de decir que éstas también son lecciones para nosotros el día de hoy. En el primer lamento dice Jeremías de Jerusalén:  ¡Cómo ha quedao la ciudad... no tiene quién la consuele! (Lamentaciones 1:1-2) Preguntamos: ¿No es acaso lo que nos sueceda a algunos antes de llegar a ser consolados directamente por Dios?  En el segundo lamento dice: Destruyó el Señor... echó por tierra las fortalezas... huilló el Señor (Lamentaciones 2.2). Preguntamos: ¿No es hasta cuando nuestras fuerzas ya no nos dan más, que buscamos la ayuda y el auxilio del Señor?  En el tercer lamento Jeremías dice: Tus profetas vieron par ti vanidad y locura, no descubrieron tu pecado, sino te predicaron extravíos" (Lamentaciones 2:14) y" Es por causa de los pecados de sus profetas y de sus sacerdotes" (Lamentaciones 4:13). Pregunta: ¿No vienen acaso los juicios sobre nosotros también, cuando nos extraviamos, cuando nos salimos de los linderos que Dios nos ha marcado, siendo nosotros ahora sus reyes y sacerdotes?  En el cuarto lamento, Jeremías expone las lecciones que su pueblo aprendió: Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos. Nuevas son cada mañana. Bueno es Jehová. Bueno le es al hombre llevar el yugo desde la juventud. Que se siente solo y calle el que tiene un yugo, pues es Dios quien se lo impuso (Lamentaciones 3:22-28). Preguntamos: ¿No son acaso las lecciones que aprendemos cuando nos entregamos al Señor?

En el quinto y último lamento el pueblo a raíz de los sufrimientos se deja caer en brazos del Señor por eso dice: "Mas tú Jehová, permanecerás para siempre... vuélvenos, oh Jehová a tí... renueva nuestros días" (Lamentaciones 5:19-22). Meditemos.

lunes, 25 de junio de 2012

El juicio a las naciones (Resumen).

Los juicios a las naciones han venido y vendrán según nos narró Jeremías en los últimos capítulos de su libro, por culpa de los "pecados o faltas" de esas naciones en contra de Dios. Hoy, a manera de resumen miraremos todos los juicios a todas esas naciones, con la idea de que esos mismos pecados y esas mismas faltas son las que nos aquejan a los creyentes, y, que si no nos arrepentimos y cambiamos nuestra actitud frente a la vida también seremos castigados como lo fueron ellos.

El juecio a EGIPTO le vino, porque fue en su momento un pueblo "miedoso o temeroso"; el juicio a los FILISTEOS les vino, "porque no supieron educar a sus hijos en los caminos correctos"; el juicio a MOAB vino, porque fueron un pueblo "orgulloso"(*); el juicio a AMON vino, porque fueron un pueblo "vanidoso"; el juicio a ELAM vino, porque fueron "soberbios"(*); el juicio a DAMASCO vino y vendrá, porque fueron un pueblo de "confusión"; el juicio a CEDAR Y HAZOR vino, porque fueron un pueblo que vivía "confiadamente"; el juicio a ELAM le vino, porque su fe y su confianza estaban puestos en sus "fortalezas"; y por último el juicio a BABILONIA le vino, porque no sólo fueron un "vaso de ira" contra Israel, sino por su "idolatría"(*). A tres naciones les pusimos asterisco ¿por qué?  Pues porque fueron las tres naciones a las cuales Dios les dió un juicio de destrucción sin retorno. A esos tres pueblos Dios les dijo que serían destruidos, que sus casas no serían habitadas nunca más, que sus casas serían morada de chacales, sucesos que están marcados en la historia universal. ¿Qué pecados cometieron esas naciones? Orgullo, soberbia, e idolatría. Esos fueron exactamente los tres pecados que más sobresalieron en Luzbel, aquél arcángel que se convirtiera en satanás, el enemigo número uno y eterno de Dios.

No estamos diciendo que Dios permite éste o aquél pecado mientras que ese o el otro no. NO, lo que vemos y decimos es que hay pecados menos graves que otros para Dios, y que son pecados que definitivamente nos llevan a una destrucción total. En definitiva, creemos que ésta analogía nos fue dejada para limpiar nuestro camino y no para que escojamos el menor pecado posible. Solamente nuestra exposición a la presencia diaria de Dios nos redarguirá de esos pecados para llegar lo más limpios posibles a su presencia física. Meditemos. 

sábado, 23 de junio de 2012

El juicio a las naciones (Parte VI)

EL JUICIO A BABILONIA: "Ha despertado Jehová el espíritu de Media; porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla; porque venganza es de Jehová" (Jeremías 50:11). Esta fue la sentencia que Dios derramó sobre Babilonia y que había de cumplirse al pie de la letra.

¿Por qué fue la sentencia contra Babilonia? la primera porque fue "vaso de ira" en contra de Israel (Jeremías 50:7y 24). Dios dijo que siendo él el dueño de la tierra y toda su plenitud (Salmo 24:1), había creado vasos de honra, para que le adoraran; y vasos de ira, para el día malo (Romanos 9:22-23), los vasos de honra serán llevados a Su gloria, pero los vasos de ira serán destruidos después de ser utilizados. Luego encontramos otro pecado en Babilonia, "la idolatría" (ver Jeremías 50:17-18), para la cuál hasta se hace un comentarió cínico pues dice Dios: "vanidad son, y obra digna de burla". Hay una profecía en contra de Babilonia que habla de que todo hombre que trate de reconstruir Babilonia, perecerá en el intento, pues ningún "árabe" la volverá a habitar (Isaías 13:18-20). Babilonia fue destruida por los Medos y los Persas, instituyéndo por lógica el Imperi Medo-Persa después del Babilónico. Pero lo impresionante de esto es que la historia muestra que luego de su destrucción, chacales han morado en sus casas, y miles de años más tarde, hubo un demente que decía ser descendiente directo de Nabucodonor, y que inviertió millones de dólares en la reconstrucción de lo que él consideraba Babilonia, su nombre fue Sadam Huseim, era árabe, y fue destruido antes de lograr su propósito.

Entendamos algo, de los juicios de Dios nadie se salva. Entendamos otra situación, si Dios dice en las escrituras que los vasos de honra, serán para su gloria; y que los vasos de ira, serán para destrucción, entonces hemos de entender que unos irán al cielo y los otros al fuego eterno. Entendiendo que "eterno" es para "siempre" no para "un período de tiempo o una era" como piensan los universalistas. Meditemos.

viernes, 22 de junio de 2012

El juicio a las naciones (Parte V)

Egipto fue juzgado por el "miedo"; el pueblo de los Filisteos fue juzgado por "no educar a los hijos en el camino correcto"; el pueblo de Moab fue juzgado por el "orgullo"; el pueblo de Amón fue juzgado por su "vanidad"; el pueblo de Edom por su "soberbia"; el pueblo de Damasco fue y será juzgado por su "confusión".

EL JUICIO A CEDAR Y A HAZOR: Dios le dice a Nabucodonosor: "Subid contra una nación que vive "confiadamente" (Jeremías 49:31). Muchas veces el hombre alcanza lo que la mayoría busca, una estabilidad que le permita estar tranquilo, sin angustias, sin penas, sin carreras, sin alborotos, lamentablemente cuando eso nos sucede a algunos, entonces vivimos demasiado "confiados". Esa confianza nos hace olvidar la pena de otros, nos hace fríos, nos hace indiferentes al dolor ajeno... eso, Dios también lo ve como pecado. Y alguien podrá decir: NO, eso no es así. Entonces ese alguien tendría que responder el por qué Dios dijo de Cedar y de Hazor: "Serán morada de chacales, soledad para siempre; ninguno morará allí, ni la habitará hijo de hombre" (Jeremías 49:33), una sentencia tan fuerte solamente viene cuando el juez tiene motivos suficientes. EL JUICIO A ELAM: Dios sentenció a Elam de la siguiente forma:"He aquí yo quiebro el arco de Elam, parte principal de su fortaleza" (Jeremías 50:35). ¿Qué o quién es lo que nos destruye? Nosotros mismos creyendo que nuestras fortalezas nos salvan de cualquier problema. ¿Sabe usted los 6 imperios que han caído en la historia por qué motivos han caido? ¿Sabe usted por qué motivo va a caer el imperio que hoy nos gobierna? Por problemas internos. La corrupción, la inmoralidad, el despotismo, y principalmente porque se han olvidado de Dios (el mejor ejemplo de eso lo tenemos en el imperio Romano).

Hoy, repetimos, los pecados de las naciones antiguas están tan vivos como hace miles de años, estamos rodeados de la misma corrupción, de la misma inmoralidad, del mismo despotismo, de la misma indiferencia al sufrimiento humano... ¡CUIDADO!. Por esos motivos el juicio vino a las naciones, y también nos vendrá a nosotros si no nos arrepentimos. Meditemos.

jueves, 21 de junio de 2012

El juicio a las naciones (Parte IV)

Hemos estado viendo en los últimos mensajes el por qué Dios hizo juicio en contra de las naciones, pecados o faltas que reiteramos, hoy, nosotros también cometemos y por lo que podríamos ser destruidos si no nos arrepentimos.

EL JUICIO A EDOM: "Tu arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón" (Jeremías 49:16). Arrogante es una persona que se vanagloría de lo que tiene como si no hubiera sido Dios quien se lo concedió (Lamentaciones 3:37); y la soberbia es orgullo al extremo, aquél orgullo "irracional" que no acepta razón Oo discusión alguna. Este pecado es uno de los que más desagrada a Dios, prueba de ello es que a ésta nación Dios le dijo la misma sentencia que a Moab: "Como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomorra y de sus ciudades vecinas, dice Jehová, así no morará allí nadie, ni la habitará hijo de hombre" (Jeremías 49:18) (éste es uno de los pocos juicios que no hemos visto en su totalidad, pues hemos de reconocer que Damasco aún es habitada)"¿Seremos nosotros destruidos también por éstos pecados?.  EL JUICIO A DAMASCO: "Se confundieron ... porque oyeron malas nuevas, se desmayo Damasco" (Jeremías 49:23). Cuando no tenemos nuestra fe bien cimentada en Cristo, en u palabra, en sus promesas, cualquier mala nueva que escuchemos hará que desmaye nuestro espíritu, y eso, significa que no tenemos fe. Si no tenemos fe en Dios o dudamos de su palabra entonces le estamos diciendo a Dios "mentiroso", pues él a dicho: "En el día de la angustia, clama a mí, y YO te responderé" (Jeremías 33:3 y Salmo 50:15).

¿Pecaremos de arrogantes, pecaremos de vanidosos y nos engañaremos nosotros mismos? ¿Pecaremos de faltos de fe en la prueba, caeremos en confusión por escuchar malas nuevas? Si no estamos tomados de la mano de Dios cada día, lo más seguro es que sí, pues éstos son algunos de los obstáculos que hoy como cristianos hemos de solventar, así como los enfrentaron los pueblos antiguos. Meditemos.

miércoles, 20 de junio de 2012

El juicio a las naciones (Parte III).

En los últimos dos días hemos estado viendo por medio del libro de Jeremías, el por qué Dios juzgó y juzgará a las naciones en su momento, y, hemos iniciado a ver también que los pecados o las faltas que aquejaron a esos pueblos son exactamente las dolencias que tenemos nosotros como personas.

EL JUICIO CONTRA MOAB (Primeramente recordemos que los Moabitas eran un pueblo nacido de incesto, pues fue una de las tribus que nació a raíz de una de la relación sexual entre Lot y su hija mayor, por perversidad de ésta Génesis 19:32 y 33). Dios juzgó a Moab según nos dice Jeremías 48:29 y 30 porque: "Tenía soberbia, era arrogante, orgulloso, altivo y altanero de corazón... y por si ésto fuera poco, aún tenía cólera ". ¿Recuerda usted quien fue destituido de su gran cargo por esos pecados? Exacto, Luzbel, quien se conviertiera más tarde en satanás, la serpiente antigua, el enemigo número uno de Dios (Apocalipsis 20:2). Este es aquél a quien Dios profetizó y prometió meter al lago de fuego y azufre por los siglos de los siglos.  Y, por tener esos mismos pecados el pueblo de Moab, le profetizó: "Y Moab será destruido hasta dejar de ser pueblo, porque se engrandeció contra Jehová" (Jeremías 48:42) lo cual sucedió en tiempos de Nabucodonosor. EL JUICIO CONTRA AMON (recordemos que el pueblo Amonita era el otro pueblo descendiente de Lot, sólo que éste vino por la relación sexual entre Lot y su hija menor (Génesis 19:37-38). Según nos dice Jeremías en 49:4: "Porque se confió en sus tesoros y se pregunta orgullosa ¿quién vendrá contra mí?".

¿Qué significa eso en nuestras vidas?  Es cuando estamos tranquilos, que todo nos sale bien, que tenemos estabilidad emocional, estabilidad económica, que no tenemos enemigos, que tenemos paz... pero, que creemos que eso es por "nuestro" esfuerzo, por "nuestra" capacidad, y que nada ni nadie nos hará perder esa situación. Cuando nos pavoneamos delante de todos diciendo lo MUCHO que hemos logrado por "nuestro" esfuerzo, olvidándonos que es Dios quien da y quien quita (es exactamente lo que Job les responde a sus amigos en Job 12, desde el verso 13 al 25). Meditemos.

martes, 19 de junio de 2012

El juicio a las naciones (Parte II)

¿Por qué fueron juzgadas las naciones que estuvieron en contra de Israel o que participaron del juicio a Israel? Hoy, basados en los últimos capítulos del libro del profeta Jeremías, veremos algunas de las razones, y, como lo expusimos ayer en el primer mensaje, veremos que son pecados o faltas que no sólo aquejaron a esas naciones sino también nos aquejan a nosotros.

EL JUICIO A EGIPTO: Egipto fue juzgado por Dios según dice Jeremías 46:5-6 porque: "Los vi medrosos, retrocediendo... huyó el ligero y huyó el valiente". El miedo, no importa a qué se lo tengamos, al qué dirán; a que en mi familia siempre han tenido una religión y no puedo salir de ella porque los ofendería; a perder mis amigos; a perder mi trabajo; a lo incierto del camino, etc.  No importa a qué le temamos, el temor implica una relación directa a NO tener fe en Dios ni en lo que Dios nos ha dicho, y eso, no le agrada a Dios. JUICIO A LOS FILISTEOS (Pueblo guerrero y sanguinario, descendiente de Mizraín, hijo de Cam (Génesis 10:6 y 13), el hijo maldito de Noé (Génesis 10:22 y 25), pueblo que fuera a habitar y poblar Africa, o sea, fueron los primeros hombres de raza negra sobre la faz de la tierra entre los cuales se encontraban el primer hombre poderoso, Nimrod). Los filisteos fueron juzgados según Jeremías 47:3 porque: "Los padres no cuidaron a los hijos por la debilidad de sus manos". Aquí hemos de decir que la palabra utilizada para "cuidar" era el hebreo "panah" que significa entre otros: No poner a sus hijos en el camino (correcto)...No prepararlos...No hacerlos retornar al camino (correcto).

Así podemos ver que entre pecado y pecado, Dios hace aún allí, una separación. Fíjese usted que mientras que el pecado de Egipto fue "miedo personal" y el de los filisteos "descuido o falta de orientación a los hijos", Dios le dice a Egipto que será destruido pero que algún día en el futuro será habitado como en días antiguos (Jeremías 46:26), suceso que aún hoy podemos observar; pero el pecado de los filisteos fue tan grave que Dios les dice: Jehová "destruirá" a los filisteos para siempre, como en realidad sucedió en el siglo 16. Meditemos.

lunes, 18 de junio de 2012

El juicio a las naciones (Parte I).

Durante todo el libro del profeta Jeremías vemos cómo el pueblo de Dios no cree en las profecías que vienen de Dios en boca del profeta. ¿Por qué?  Simplemente porque las profecías NO decían lo que el pueblo quería escuchar sino más bien lo contrario. Ellos querían escuchar que tendrían paz, que habría prosperidad, y que llegarían a tener el poder por medio del Hijo que había sido prometido durante el ministerio de otros profetas.

El pueblo NO quería escuchar que en lugar de paz, poder y prosperidad vendría destrucción, cautiverio y que toda la ciudad sería destruida. Ellos querían escuchar que el pueblo de Israel sería sobre todas las naciones, no que todas las naciones serían sobre Israel. Pero con el estoicismo que caracteríza a los hombres que vienen en nombre del Señor, Jeremías expone su vida diciendo lo que Dios le dijo que dijera: "Iremos en Cautiverio por 70 años" (Jeremías 25:11). Jeremías no pierde su vida, pero todos aquellos que NO entendieron que depositando sus vidas en las manos de Nabucodonosor el conquistador, y, dejándose transportar a Babilonia la salvarían, sí la perdieron pues no hubo nadie que se salvara de los que quedaron en Jerusalén. Dios profetizó y cumplió la la profecía con respecto a la destrucción de Jerusalén (Jeremías 21:9), pero, no olvidemos que también había mandado profetizar que toda nación que participara de ésa destrucción, en su momento, sería destruida (Jeremías 25:12). Y ese es el tema que Jeremías trata en los últimos capítulos de su libro.

Trataremos de analizar una por una a las naciones que fueron destruidas y la razón de la misma, pues creemos que es una "analogía" o una "parábola" para nosotros en el día de hoy. Pues los pecados o las des-virtudes que esos pueblos padecieron, son los pecados o las des-virtudes que hoy nos aquejan a nosotros, y las razones por las cuales los que las practiquen serán destruidos por la mano de Dios. Meditemos.

sábado, 16 de junio de 2012

La necedad ligada al corazón humano.

En el libro del profeta Jeremías vemos constantemente la necedad ligada al corazón humano. Por siglos los judíos han tenido fama de ser personas necias, obsecadas, y hasta tercas ( no es de extrañar pues Dios mismo lo reconoció en Jeremías 4:22). Pero si somos honestos, esas características encuadran a cualquier humano sobre la faz de la tierra en determinadas circunstancias.

Jeremías, siendo hijo de sacerdote (Jeremías 1:1) tenía acceso muy directo a la cúpula de mando del pueblo de Israel, sin embargo, eso no le ayudó en nada para poder llevar a cabo su ministerio. Resultó que los grandes enemigos de Jeremías fueron precisamente esa cúpula (recuerde usted que quien metió a la cárcel y torturó a Jeremías fue Pasur, el principal sacerdote (Jeremías 20:2). Fueron ellos los que negaron su ministerio y quienes hasta quisieron entregarlo para matarlo (Jeremías 26:24). ¿Cuál fue el pecado de Jeremías? NO DECIR LO QUE EL PUEBLO QUERIA ESCUCHAR. Todos queremos escuchar profecías en donde se nos diga que "todo terminó", que de ahora en adelante predicaremos y se llenarán los estadios; que se os abrirán puertas por aquí y por allá; que seremos bien recibidos en los altos medios; que se llenarán nuestras bolsas de dinero, etc.  Pero nadie quiere escuchar persecusiones, nadie quiere escuchar una vida oculta, difícil, una vida de frustraciones, etc. Sin embargo, para los tiempos del fin... todos los profetas y hasta Jesucristo nos dijeron: "Habrá GRAN CALAMIDAD en la tierra (Lucas 21:23)... y habrá GRAN TRIBULACION, la cual no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora" (Mateo 24:21).

¿A quién vamos a creer, a los profetas que vienen en nombre propio, o a los profetas que vienen de Dios? Decir la verdad no implica ser pesimista. Jeremías dijo que venían 70 años de cautiverio, cuando todos querían escuchar que habría paz, pero lo que les vino fueron 70 años de cautiverio. Ahora, en los tiempos del fin viene ¡Gran Tribulación!; viene "Gran Calamidad", pero eso, no le gusta a la gente... ellos quieren escuchar paz. Meditemos.

viernes, 15 de junio de 2012

El Monte de la Transfiguración.

¿Quién en el ámbito cristiano no ha escuchado acerca de la famosa transfiguración de Jesús en el Monte? ¿A quién, entre los creyentes no le es familiar escuchar de éste tema? Quienes lo predicamos tenemos diferentes puntos de vista de verlo.

Algunos lo presentan como el momento cumbre en la vida espiritual de los discípulos, quienes al fín entendieron quién era el Jesús que seguían; alguien más lo presentó como el momento en que es representada la Ley ( por Moisés, y la profecía ( por Elías) (Mateo 17:1-3). A nosotros en lo personal nos gusta presentarlo como el momento cumbre en el que Jesús no solamente es enterado de cómo, cuándo, y dónde el Cristo será sacrificado, sino el momento en que es preparado para tan importante acontecimiento. Nos basamos en el libro de Lucas en el capítulo 9 y verso 31, en donde literalmente leemos: "...y hablaban de su partida". Creemos fervientemente que tanto Moisés y Elías traían la tarea de los cielos, de decirle a Jesús cómo iba a ser apresado; cuándo iba a serlo; quién lo iba a entregar; y dónde debía él estar para que todo se cumpliera. Ciertamente desde que fuera bautizado por Juan, Jesús tenía los cielos abiertos y miraba al Padre, pero, creemos que su partida era tan importante que mereció un capítulo aparte en su caminata, y que, hasta ese momento Jesús no tenía detalle alguno del evento.

En el Monte de la Transfiguración, tanto Jesús como los discípulos tuvieron una lección importante. Nosotros en la caminata cristiana tarde o temprano hemos de tener un momento como ese momento en el Monte. Es el punto crítico en el que tendremos nuestra transfiguración, es el momento en que el que el Señor nos dice qué espera de nosotros y a dónde nos llevará. Meditemos.

jueves, 14 de junio de 2012

Comían, bebían, se casaban, y se daban en casamiento.

Cuando hay avisos de algo la gente se prepara; si en los medios de comunicación dicen que habrá lluvia, sacamos nuestros paraguas; si se nos dice que hay un accidente en la vía principal, buscamos vías alternas; si se nos avisa que puede haber una epidemia, nos vacunamos. Pero, Jesús dijo que el fin de los tiempos vendrá "repentinamente", vendrá como un "relámpago", vendrá como en los días de Noé (Mateo 24 y Lucas 21).

¿Cómo eran los días de Noé? Bueno, nos dice la escritura que las gentes comían, bebían, se casaban, y se daban en casamiento, y que la vida "parecía" normal. El único "detalle" era que había un "viejito loco" construyendo un arca en un lugar en donde no había pero ni de cerca un río, un lago, una laguna, mucho menos el mar. Como si fuera poco, era el "único" que "predicaba" que vendría una destrucción repentina (recuerde que la escritura dice que era Noé era "pregonero" de justicia, la palabra pregonero (kerux) significa "predicador"). Pero materialmente no había truenos, relámpagos, ni nada que aviorara una catástrofe ni días de angustia. Así estamos el día de hoy, con el mundo y sus placeres abrazando y acariciando a las naciones; motivados por lo que se puede comprar con dinero; rodeados de tanta tecnología y aparatos cada vez más inteligentes las gentes somos anesteciadas para no escuchar a algunos "viejitos locos" que están construyendo un arca de salvación por medio de oraciones, ayunos, de buenas obras, llevando vidas "aburridas" en comparación con el mundo.

Pronto, como en los días de Noé, el Señor mismo cerrará la puerta del arca de la oración, de la comunicación personal con Dios y "nadie" podrá entrar más. "Buscad a Dios... mientras pueda ser hallado" fue el consejo que se nos dió desde los tiempos de Isaías (Isaías 55:6). No nos dejemos llevar por los placeres de éste mundo, ni por los engaños de satanás, el Señor viene y viene PRONTO. Meditemos.

miércoles, 13 de junio de 2012

Construyendo sobre la roca.

Todos aquellos que de una u otra forma nos dedicamos o hemos estado involucrados en la construcción, sabemos que un cimiento tiene que estar sobre suelo sólido. Si construimos o levantamos una pared sobre suelo débil, estamos condenando esa construcción a una destrucción repentina sea por factores externos o propios.

Lo mismo sucede con la vida espiritual, es cierto que nuestros patriarcas y la mayoría de ancestros no asistieron a ningún templo, que no fueron a ninguna iglesia, que no se congregaban en ninguna cinagoga, pero, el hilo que los sustuvo toda la vida fue una relación directa y personal con Dios. Si nosotros nos congregamos pero no poseemos ese tipo de relación es como si estuvieramos fuera; y si no nos congregamos pero tenemos una relación estrecha con Dios a diario (aún y con nuestros defectos espirituales muy marcados: recuerde el carácter guerrero y sanguinario de David, recuerde la debilidad por las mujeres de Salomón, recuerde el carácter violento de Pedro y de Pablo) es como si estuviéramos dentro. Jesús mismo nos exhortó a "construir sobre la roca". ¿A qué se refería?  Pues la Palabra de Dios nos dice que la "roca" que despreciaron los judíos antiguos, es Jesucristo. Aquél que si hoy aceptamos aquellos que somos gentiles (nacidos no judíos) nos hace ser parte del pueblo de Dios.

En lo espiritual construir sobre la roca es extender nuestro corazón a Dios y nuestra mano al necesitado (Mateo 7:24). Siempre está en nuestra mente el estar atento a la relación diaria con Dios, pero también el estar pendiente de a quién podemos ayudar, especialmente si esa persona es una viuda, un huérfano, un extranjero. Esa, según dice la escritura: Es la verdadera religión, el verdadero cristianismo (Santiago 1:27). Meditemos.

martes, 12 de junio de 2012

Un enojo de Dios.

Recién había iniciado su ministerio de casi 40 años Jeremías, y apenas lo estaba enviando Dios a profetizar en contra de su pueblo Israel, apenas también Jeremías estaba cuestionando a Dios del por qué del castigo hacia sus amados (recordemos que lo estaba enviando a profetizar un cautiverio de 70 años con los babilonios), cuando Dios le hace una afirmación contundente y que nos deja también a nosotros una gran lección.

¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque no son dioses? (Jeremías 2:11). Esa era la actitud del pueblo de Dios que había lastimado profundamente el corazón de Dios. Habiéndo él mostrado todo su poder al sacarlos de Egipto con grandes maravillas; habiéndolos mantenido milagrosamente en el desierto con maná por 40 años; habiéndoles dado victoria sobre pueblos guerreros por excelencia, sin ser ellos mismos guerreros; habiéndolos colocado en una tierra tan buena, que ni ellos mismos se imaginaron que fuera tan buena sino hasta cuando la fueron a inspeccionar; habiéndo Dios ridiculizado a los dioses de todas esas naciones demostrando que él si era Dios... ahora resultaba que la única nación sobre la faz de la tierra que cambiaba a su Dios por otros dioeses, era el pueblo escogido.

Nosotros hacemos lo mismo cuando confiamos más en los recursos que nos puede brindar el mundo (Egipto), que cuando nos hincamos a rogar a Dios que nos dé un salida. Cuando esperamos más de las personas que de él. Cuando le contamos nuestras penas primero al hombre que a Dios. Cuando esperamos que nuestra respuesta venga materialmente antes que espiritualmente. Eso enoja a Dios. Meditemos.

lunes, 11 de junio de 2012

Es Dios quien elige y prepara.

Cuando estudiamos libros como el de Jeremías y vemos ciertos pasajes tan certeros como el del capítulo 1 y versos 5 al 7, no podemos o no debíeramos de dar cabida a la duda. NO es el hombre quien elige seguir a Dios, es Dios quien elige tomar al hombre y apartarlo del mundo.

Vea cómo inician esos versos: "ANTES que te formase en el vientre te conocí, y ANTES que nacieses te santifiqué, te DI por profeta a las naciones" (verso 5), a lo cuál Jeremías dice: ¡Ah, Señor Jehová!  soy un niño que no sabe ni hablar (verso 6); a lo que Dios le responde: "No digas soy un niño; porque a todo lo que te ENVÍE irás tú, y dirás todo lo que te MANDE" (verso 7).  ¿Alguna duda de quien elige a quién, o de que, quién es el que manda?  ¿Quién eligió a Abaham, o fue Abraham el que eligió a Dios? ¿Quién eligió a David, o fue David el que eligió a Dios? ¿Quién eligió a los doce discípulos, o fueron los discípulos lo que eligieron a Jesús? ¿Quién eligió a Pablo, o fue Pablo el que eligió a Dios?.  Jesús oró en su discurso de despedida en Juan 17: "Señor, no te pido que los saques del mundo, sino tan sólo que los guardes del mundo; pues aunque están en el mundo, no son del mundo... ni éstos, ni los que han de creer en mí por medio de éstos".

No hay la menor duda, que no somos nosotros los que elegimos a Dios sino es Dios quien nos elige, desde ANTES que estemos en el vientre de nuestra madre. Y por supuesto, es él quien nos prepara mientras hacemos nuestras labores en el mundo para luego emplearlas en el ministerio. A Jeremías le dijeron algo que podríamos tomar para nosotros hoy: "No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte" (verso 8). Meditemos.

sábado, 9 de junio de 2012

Decir la verdad, no es ser pesimista.

Muchas personas hoy en día, en el calor del primer amor hacia Jesucristo, salen a la calle pregonando sólo las virtudes del cristianismo, salen pregonando sólo los privilegios del creyente, salen eufóricos sintiéndose maestros, evangelistas, pastores, profetas y hasta apóstoles.

Por ser el apostolado el ministerio que más áreas cubre, es quizás la razón por la cual muchos líderes van a cualquier seminario que los invitan al extranjero, están metidos en un hotel de lujo los tres días y el día lunes regresan llamándose "pastor y apóstol fulano de tal". Menos mal que de ellos el Espíritu Santo nos libra con un poquito de discernimiento. Más preocupante resulta, desde nuestro punto de vista, el falso profeta.  ¿Quién es el falso profeta? ¿Cómo podemos reconocer al falso profeta?   La escritua nos dice claramente que el "verdadero profeta" es aquél que cuando profetiza en el nombre de Dios, simplemente lo que dice ¡Se cumple ! y, por ende, el falso profeta debe de ser aquél que cuando lo hace, lo que dice no se cumple. De ellos dice Dios que con "presunción hablaron" y de los cuales no hay que tener "temor" (Deuteronomio 18:22). Pero hubo profetas de Dios que decían lo que Dios sí había dicho, pero resulta que lo que Dios mandaba a decir NO LE GUSTABA a los que lo oían, entonces disponían que lo que el profeta estaba diciendo no venía de Jehová, sino que el profeta no sólo era mentiroso sino pesimista. Ese es el caso de Jeremías. Como todos querían quedarse en Jerusalén a pesar de la inminente invasión de Babilonia, pero Jeremías decía que Dios ordenaba lo contrario, entonces dispusieron que lo que Jeremías decía era mentira y que era un pesimista.

Ese fue el duro ministerio de Jeremías durante casi 40 años. Hoy en día, vendrán muchos profetas anunciando paz, poder, y prosperidad... pero ellos no vendrán en el nombre de Dios. Jesucristo mismo dijo que los tiempos postreros derían difíciles, tan difíciles que aún los escogidos podríamos ser confundidos, entonces preguntamos ¿Quién sabe más el Hijo de Dios, o alguien que se hace llamar profeta humano?  y la respuesta del millón sería ¿A quién le vamos a creer?  Que un profeta de Dios diga la verdad acerca de un cautiverio, cuando éste viene, no implica que sea pesimista. Meditemos.

viernes, 8 de junio de 2012

No hay paz para los impíos.

Debido al mundo que nos rodea y a la vida tan dura que estamos viviendo en el sentido material, con millares de personas sin empleo; muchas empresas tecnificando sus trabajos y eliminando personal; muchas empresas forzando a sus empleados a tomar una jubilación temprana, pero especialmente el hundimiento de los gobiernos por tanta corrupción impune, es muy fácil pensar en tomar caminos equivocados para poder sobrevivir.

La biblia, mandada a escribir por órden divina, nos enseña que: "el impío, podrá tener los recursos que muchos de nosotros no sólo quisiéramos sino también necesitamos, pero no tendrá la paz que nosotros tenemos al confiar en Dios" (Isaías 57:21). Dios nos exhorta a confiar en él, él sabe cuánto, cuándo, y por qué nos da. Nosotros en el momento quizás por la ceguera de la pena no lo entendemos, sentimos que lo que recibimos es escaso o nulo, pues en cuanto recibimos algo de dinero tan sólo lo vemos pasar, y, lamentablemente ya vimos que éste mundo se mueve por el comercio y el dinero. Ahora para acabarnos de arrinconar con las deudas y las dependencias económicas han globalizado el mercado y el comercio. Es muy fácil así el ser dependientes directos o indirectos de las grandes corporaciones; de los bancos; de la industria, especialmente de la alimenticia, que también con mucha facilidad podemos llegar a pensar en negocios fáciles pero ilícitos.

Dios nos exhorta a que le sigamos, a que confiemos en él, a que esperemos en él. En momentos de crisis (nuestros desiertos) es cuando conocemos o conoceremos a Dios. En el desierto (en la crisis), el pueblo de Israel vió salir agua de una roca. En el desierto (en la crisis), el pueblo de Israel vio caer maná del cielo. En el desierto (en la crisis), fue cuando Dios se le hizo palpable a su pueblo. Confiemos y esperemos que en nuestro desierto, en las crisis, es cuando nosotros conoceremos a nuestro Dios y nos dará paz. En el desierto (en la crisis), muchos del pueblo de Israel no confiaron en Dios y no solamente no le conocieron sino hasta perdieron la vida. Meditemos.

jueves, 7 de junio de 2012

Oídme los que conocéis justicia.

El ser más justo que existe es Dios, su Hijo, y el Espíritu Santo, lo que los creyentes conocemos como la Santísima Trinidad. Cualquiera que conoce a Dios, es porque recibió a su Hijo en su corazón, y por añadidura recibió el Espíritu Santo para que lo guíe en su caminata por éste mundo.

Pero, sin embargo, cuando somos niños en los caminos del Señor, tendemos a hacer lo que hacían muchos en los tiempos de los profetas mayores, esto es, recurrir a los beneficios del mundo antes que hincárnos y pedirle a Dios que nos diga ¿qué hacer? ¿para dónde tomar? ¿a dónde recurir?. Así, vemos que en el libro de Isaías Dios le reclama a su pueblo de la siguiente manera: "Porque así dijo Jehová el Señor: MI PUEBLO descendió a Egipto (que como lo hemos explicado en muchas ocasiones, es una figura del mundo y todos sus beneficios y placeres) en tiempo pasado, para MORAR allá, y el asirio lo cautivó" (Isaías 52:4). Nótese que quisimos resaltar la palabra MORAR, pues Dios sabe también que nos sería imposible sobrevivir sin algunas circunstancias del mundo. Pero lo que él no desea es que nos deleitemos con ellas, que nos acomodemos con ellas, que dependamos de ellas, que confiémos más en ellas que en él.

Sabemos que a todos nos suceden acontecimientos extremos en algún momento de nuestra vida, pero Dios está presto para decírnos: "Oídme los que conocéis justicia". ¿Quiénes son esos que conocen justicia? Pues nosotros, los que conocemos a Dios, los que hemos recibido a su Hijo en nuestro corazón, los que hemos recibido al Espíritu Santo como añadidura para nuestra caminata. No temamos al hombre, ni al mundo, ni las circunstancias en las que estamos pues Dios está con nosotros y desea lo mejor para nosotros... no importando, repetimos, nuestras circunstancias. Meditemos.

miércoles, 6 de junio de 2012

El teléfono directo de Dios.

Anoche en la reunión de la iglesia en el hogar, el hermano que llevó el mensaje nos habló de lo que significa, de lo que implica, de lo que es la oración. Nos mostraba que la oración es el camino más corto para llegar a Dios. Que la oración, es en palabras coloquiales: "El teléfono directo a la oficina del Dios".

Con porciones del libro de Proverbios, de los Salmos, de Crónicas y otros versos, fuimos guiádos a ver que la oración es una comunicación directa con nuestro Padre celestial. Así como en lo natural un hijo se comunica con el padre, así también en lo espiritual el hecho de orar, nos hace tener una comunicación directa y franca con nuestro Padre celestial. Uno de los conceptos que más nos llamó la atención es que se mencionó un detalle que es muy significativo: "En la medida que oramos... vamos cambiando". Mientras más tiempo pasamos en la presencia de Dios, más cambiamos. Y si lo analizamos es lógico. Se dice que en el matrimonio las parejas nos llegamos a parecer, pues el hecho de estar en constante comunicación y relación, nos hace que pensemos lo mismo, que nos guste lo mismo, que querramos lo mismo, y hasta que tengamos los mismos modales, ademanes o expresiones. Así sucede con nuestro Padre celestial, en la medida que lo tratamos nos vamos purificando y pareciendo a él, de allí el cambio que experimentamos.

Se nos enseñó que el Señor quiere comunicarse con nosotros y que se goza en ello. Que por medio de la oración nosotros podemos agradecerle lo que ha hecho por nosotros, podemos interceder por las necesidades de otros, y podemos también pedir por nuestras necesidades. La idea del mensaje era exhortarnos a comunicarnos "más" con Dios por medio de la oración. Meditemos.

martes, 5 de junio de 2012

Los hombres de Dios, casi nunca son aceptos.

¿Quién no quiere llegar a una reunión y ser el centro de la atención? ¿Quién no quiere ser acepto entre los asistentes en la familia? ¿A quién le gusta ser rechazado dentro de un grupo social?  Pues bien, cuando analizamos las escrituras nos damos cuenta que por "x" o por "y" razón, los hombres elegidos de Dios casi nunca fueron aceptos dentro de los grupos ni sociales ni religiosos.

A los grandes hombres de Dios les tocó, por lo general, vivir una vida solitaria y apartada. Vea usted la pregunta que Elías le hace al Señor ¿Señor, por qué me has dejado solo? Y, la respuesta de Dios es tan desconcertante como la pregunta: "No estás solo, como tú hay otros 7,000". Y decimos que la respuesta es desconcertante porque ¿ya se puso usted a pensar que siendo Elías un hombre de Dios, visitaba el templo, visitaba la sinagoga, visitaba las casas de los sacerdotes... y NO había encontrado evidencias de esos 7,000, y, es más, ellos a él tampoco? ¿En dónde estaban? Pues tan "solitarios y aislados" como él. ¿Ya vió la vida de los profetas mayores?  Siempre atacados, siempre perseguidos. ¿Ya analizó la vida de Juan el Bautista? Viviendo en el desierto y hasta mal vestido. ¿Ya analizó la vida de Pablo, perseguido por cristianos, por sacerdotes, y por la crema y nata de la religiosidad judía como lo era el grupo del sanedrín? (vea Hechos 24).   No decimos que si somos aceptos en un grupo, entonces NO somos hombres de Dios; pero, lo que sí es un hecho comprobado es que: Los grandes hombres de Dios, simplemente, no lo fueron.

Los grandes hombres de Dios se prepararon siempre en lo secreto, no llevaban una vida social común y corriente como los demás creyentes. Los grandes hombres de Dios no salían a pregonar lo que se les antojaba, esperaban el momento y la orden de Dios. Los grandes hombres de Dios, primero escuchaban de Dios, lo asimilaban, lo guardaban, y hasta que Dios les daba el banderazo de salida entonces iban y hacían lo que Dios les había dicho que hicieran. Meditemos.

lunes, 4 de junio de 2012

Aunque hoy no lo miremos, va a suceder.

Si alguien a estado leyendo los mensajes de los días anteriores, tal vez pensará que el mensaje de hoy es un poco contradictorio o no congruente con aquellos, pero no es así. Nosotros estamos en contra de una doctrina de paz, de poder, y de prosperidad... como la base de sostener domingo a domingo a una congregación, para que vaya creciendo en cantidad aunque no así en calidad.

Es cierto que Dios ha prometido "bendecirnos", lo hizo con Abraham, lo hizo con David, lo hizo con Salomón, Dios mismo dice: "¿Acaso se a acortado mi brazo para no  bendecirlos?". Dios quiere un pueblo especial para ser él, un Dios especial para ese pueblo. Pero, al igual que un novio no desea que la novia ponga sus ojos en lo que él pueda darle, sino en lo que él es como persona; así, Dios no desea que su pueblo ponga los ojos en lo que él puede proporcionarnos, sino en lo que él es, en lo que él significa para nuestro corazón. Dios le recordó a Isaías lo que le dijo a Abraham: "Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué" (Isaías 51:2). Dios quiere darnos paz, poder y prosperidad como buen padre nuestro que es, pero, él tiene un proceso: Primero nos llama, luego nos bendice (que no implica dinero como muchos piensan, pues benditos somos al conocerlo y salir de las llamas del infierno), y luego, entonces viene la multiplicación (la cual sí implica prosperidad).

Dios puede pero no lo hace, el darnos prosperidad inmediata, él sabe y conoce el corazón humano mejor que nadie, y, como nos decía la bisabuela Sofía cuando éramos niños, Dios sabe perfectamente que: "El que nunca ha tenido nada y llega a mucho tener, hasta loco se puede volver". Por eso es que Dios no nos da la prosperidad junto con el llamamiento y la bendición. Pero de algo podemos estar seguros, aún y cuando, hoy no lo miremos, va a suceder, porque es una promesa suya. Meditemos.

viernes, 1 de junio de 2012

!Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos¡

El hombre cuyo corazón quiere agradar a Dios, en su mayoría el día de hoy, no está en la plenitud de vida que se nos ha ofrecido que tendríamos. La ilusión de tener una vida de paz, de tranquilidad, de prosperidad, de comodidad no es el 100% en el 100% de esa clase de persona.

Vemos creyentes con enfermedades terminales; vemos creyentes con falta de empleo; vemos creyentes con problemas familiares; en fín, casi todos los problemas que aquejan al impío están aquejando al creyente, es más, en una gran cantidad de ocasiones o de casos vemos que hay impíos que prosperan y están mejor que  los creyentes, entonces preguntamos ¿qué es lo que sucede?  Lo que sucede es que !nosotros no entendemos bien el mensaje de la Palabra de Dios¡  Y ¿por qué no lo entendemos?  Pues simplemente porque o nos lo enseñan mal, o porque lo aprendemos mal al estudiarlo por nuestra cuenta. La bendición viene por una condición esencial que Dios puso: SI OYERES HOY MI VOZ (Deuteronomio 28:1). Esa fue la condición que Dios le puso a su pueblo y que nos pone a nosotros hoy. Tenemos que OIR la voz de Dios, y por supuesto, obedecerla. Peronosotros vemos que a lo largo de la historia del pueblo de Dios NO hacemos eso. Dios sentenció al impío con la siguiente expresión: "No hay paz para los malos, dijo Jehová" (Isaías 48:22).

Y, si no hay paz para los malos ¿podrémos esperar paz para los buenos que hacen lo mismo que los malos? Definitivamente que no. Dios nos tiene paciencia, Dios nos tiene misericordia, pero no puede romper sus reglas establecidas. Dios quiere que respetemos esas normas, esas reglas... esos eran sus mandamientos. Entonces, no esperemos escuchar de él la sentencia: "Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos". Meditemos.